lunes, 14 de octubre de 2013

Como tu casa...

La colectividad de este trabajo resulto ser el elemento que le dio algo adicional a este ejercicio, esa
sensación de nervios, de alegría, de emoción que sentía momentos antes de entrar en escena, ademas de ser sensaciones compartidas en medio de nuestra euforia colectiva, hizo que este ejercicio resultara demasiado interesante. En un momento era confuso porque había tanta emoción por empezar a hacerlo, que se nos olvidara la precisión  que debía contener nuestras acciones dentro de un tiempo especifico para actuar bajo la espontaneidad, sin embargo había otra parte de contención que bajaba la excitación para entender que cada uno tenia una entrada y un lugar en el ascensor que era preciso coordinar colectivamente.

Digo que es un ejercicio bastante interesante porque me llevo a sentir otra perspectiva del trabajo en grupo, para esto las nociones de trabajo en grupo se tenían que redefinir porque acá realmente teníamos que serlo y lo fuimos en tanto compartíamos un secreto, eramos los únicos que sabíamos que estaba pasando, cual era el fin y porque lo hacíamos, incluso estando todos en el ascensor compartíamos el secreto de nuestra actuación siguiendo el curso del ascensor con naturalidad.



Respecto a lo observado me pareció igualmente interesante ver cómo, cuando el espacio del ascensor estaba empezando a ser apropiado, la gente miraba las sillas con cierta incomodidad, quizás pensando que se habían equivocada de ascensor  o que algo no estaba muy bien, sin embargo cuando se transformo en una casa el recorrido también se transformo, se volvió un espacio colorido en el que la gente se miraba a los ojos, sonreía, interactuaba, aunque también había quien desconfiaba de tanta amabilidad y es normal, muchos crecimos con la clásica enseñanza de no recibir nada a extraños, menos dulces, pueden tener burundanga! así que para el contexto de nuestro país, se podría pensar que fueron realmente osado/as quienes recibieron los dulces, en especial quienes tomaron aromática!

Puedo decir que también fui una de las personas sorprendidas por el flash-mob porque cuando llego el momento de desmontar, cosa que no estaba planeada en grupo pero en mi caso sí en nuestro "subgrupo" de entrada en escena, al momento de volver a entrar al ascensor, quizás por tercer vez pero en esta ocasión para sacar la mesa, al entrara ya no había nada y fue realmente sorprendente porque de una u otra forma ya me había habituado con el espacio y lo estaba esperando con alegría, pero cuando se abrió estaba nuevamente gris y aburrido, incluso el recorrido cambio, antes nos íbamos mirando, sonriendo y observando, después bajamos en silencio, como extrañas y volviendo a mirar a la pantalla que indica el numero de piso; en ese momento fui consciente de que mi lugar dentro del ascensor de la universidad, es el mirar esa pantalla insistentemente queriendo acelerar el tiempo con los botones de abrir y cerrar puertas para salir en mi carrera.

Sin embargo lo valiosos del ejercicio no fue nuestra experiencia, sino ver las sonrisas que provocamos en las personas que casualmente tomaron el ascensor del fondo.


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