¿Qué significa cuidar? ¿Quién cuida? ¿Cómo y cuándo cuidamos? ¿Cuál es el papel/el poder del cuidado en el contexto capitalista como el que vivimos hoy?
La pretensión con nuestro ejercicio del flashmob era hacer un cuestionamiento a lo que podemos llamar " no lugares", espacios de flujo, de transito, en donde somos anónimos y siempre llevamos el afán de llegar a un lugar que si sea significativo. En este sentido, los ascensores de la Universidad Javeriana serían estos espacios en donde se podría radicalizar la idea de "no lugar", lugares en los que no se está realmente, y que para las personas son totalmente carentes de significado, de la misma forma que lo son las personas que transitan con ellos; paradojicamente a pesar de estar muy cerca espacialmente estarían muy lejos significativamente, habría una radical impersonalidad. La idea era entonces hacer de estos espacios "un lugar" que tuviera un significado distinto para las personas, como un espacio más personal, por lo cual se decoró el ascensor como una pequeña casa, con: sillas, mesas, ventana,ambientado con música, y se recibió a la gente como si fuéramos nosotros los anfitriones, ofreciendo tinto, aromática y chocolates.
¿Cómo fue la respuesta de la gente? Sin duda, hubo algunas personas que fueron receptivas al ejercicio y recibieron lo que los anfitriones ofrecían, se sentaban en las sillas, respondieron el saludo, y ofrecieron alguna sonrisa; y por lo tanto ayudaron a configurar ese lugar que estábamos buscando construir.Sin embargo, hubo muchas otras personas que se sintieron tensionadas, incomodas, o que no encontraban sentido en lo que estábamos haciendo, de esta forma rechazaron las bebidas que servíamos al igual que los chocolates, y se les veía en la cara las ganas de bajarse rápido del ascensor.Podemos pensar entonces que si lo que pretendíamos era hacer del ascensor una casa hubo muchos que no quisieron hacer parte de la visita.Esto se da precisamente, porque para ellos invadimos un lugar que sigue siendo de transito, en donde quieren seguir siendo anónimos y en donde por lo tanto no les interesa tener un trato personal con los otros.
Resalto este aspecto en mi reflexión porque no quiero caer en una idealización del ejercicio y creo que debemos ser conscientes de su alcance. Interesante me parece que más allá, de que hayamos creado un espacio habitable y significativo para las personas, les hicimos desnaturalizar tal vez, tanto para las personas que fueron receptivas o no, las idea de transitar un ascensor.
Muchos compañeros dirán que construimos un lugar más habitable y que hicimos una práctica de cuidado, puede que si lo hayamos hecho con algunas personas, pero no para todas y este hecho me parece digno de análisis, ya que habría que explicar por qué en vez de hacer un lugar habitable creamos una atmósfera incomoda para muchos. También menciono esto porque yo me sentí en algunos momentos en tensión con el ejercicio, por eso preferí simplemente hacer bulto en el ascensor, ya que al menos para mí estos "no lugares" están bien como están, quiero seguir siendo anónimo en ellos y simplemente transitar a un lugar que si sea significativo para mí,asumiendo los ritmos acelerados que esto implica; de esta forma debo admitir que me sentía incomodo rompiendo esta lógica.
Con este Flashmob, quisimos hacer una crítica a muchos aspectos de nuestra vida cotidiana que en muchos casos hacen de barrera para que llevemos un vida plena, una vida que podamos disfrutar día a día.
Quisimos crear un espacio en el camino cotidiano de las personas que circulan por la universidad, en donde pudieran darse un tiempo para ellos mismos, donde pudieran crear un espacio personal, un espacio que realmente puedan habitar, no solo transitar. Quisimos tomar una esfera pública, en donde se evita al máximo el contacto con los otros y convertirla en una esfera privada, creando un rompimiento con la rutina que las personas llevan, brindándoles un saludo y un chocolate, generando, tal vez, un cambio de ánimo para que continúen con el resto de sus actividades del día. Quisimos tomar uno de nuestros "ethos", uno de nuestros "lugares familiares, habituales" (Rodriguez, 2011; 113) y darle un nuevo significado que nos permitiera otra forma de ser en este tiempo habitual, que nos permitiera un cambio de comportamiento.
También quisimos hacer una crítica sobre cómo construimos esos 2 metros cuadrados que habitamos durante algunos segundos, todos los días. Quisimos hacer un cambio en esta construcción y crear un espacio que incluyera una experiencia multisensorial, con música, con algo de beber, con un lugar más agradable, más personal, más de casa. Buscamos convertir este ascensor, en un espacio estético, un espacio que nos permita "hacer una reflexión sobre nuestras sensaciones" ya que "los perceptos y las sensaciones son remitidos a la relación con el otro". (Rodriguez, 2011; 114). Así, si mejoramos nuestra relación con nuestro espacio, mejoramos nuestra interacción con los otros y por ende, mejoramos nuestra vida cotidiana.
Dentro de NUESTRO ascensor.
Estabamos nerviosos porque no sabíamos como iban a reaccionar las personas. Personalmente, tenía medio que me trataran mal al ofrecerles algo o al saludarlos. De igual manera entendería que algunas personas están tan concentrados en su rutina, en el tiempo que llevan calculado, que salirse de estas medidas parecería algo inconcebible.
Aunque algunas personas rechazaron nuestros actos, me sorprendió de gran manera la respuesta positiva de algunas personas, lo más gratificante de todo el ejercicio fue encontrarnos con personas que estuvieron en el ascensor durante algunos minutos, subiendo y bajando un par de veces con tal de tener el tiempo suficiente para sentarse y tomar una aromática o cuando las personas se dejaban llevar por la música y cantaban en voz alta las canciones junto a nosotros.
Las sonrisas provocadas valieron la pena todo el trabajo que pusimos en juego. Estoy segura que más de una de las personas que se subió a nuestro ascensor tuvo un cambio de ánimo positivo y como afirma Rodriguez, "sonreir es vivir como la ola o la hoja, aceptando la suerte, es morir a una forma y renacer a otra". (Rodriguez, 2011; 125) Le dimos muerte al tiempo veloz que no nos permite dos segundos para dar un saludo y le dimos vida a un tiempo grato, un tiempo que permite que cuidademos de los otros.
Siento que logramos nuestra misión. Romper con su rutina, hacer que se tomaran el tiempo para disfrutar de ellos mismos por unos minutos, cosa que no se hace con frecuencia porque este sistema capitalista en el que estamos inmersos nos presiona a hacer todo más rápido, a producir más, a llegar a más lugares en menos tiempo, a luchar contra el reloj y a dejarnos a nosotros mismos de lado. "El tiempo cronológico, el tiempo que pasa es reemplazado por un tiempo que se expone a si mismo". (Virilo, 2009; 6) Nos levantamos ante el sonido de un despertador que nos informa que en menos de 5 minutos debemos de estar dentro de la ducha para salir rápidamente, tomar el transporte que nos lleve con más velocidad a donde necesitamos llegar, trabajamos durante horas y hasta olvidamos comer porque 'no nos queda tiempo'. Con este ejercicio logramos romper un poco con esto y a estas personas que corrían de una cita médica al trabajo, les brindamos una aromática que tal vez pueda llenar su estómago del alimento que su rutina no les permitió tomar, dándoles un día mejor.
La colectividad de este trabajo resulto ser el elemento que le dio algo adicional a este ejercicio, esa
sensación de nervios, de alegría, de emoción que sentía momentos antes de entrar en escena, ademas de ser sensaciones compartidas en medio de nuestra euforia colectiva, hizo que este ejercicio resultara demasiado interesante. En un momento era confuso porque había tanta emoción por empezar a hacerlo, que se nos olvidara la precisión que debía contener nuestras acciones dentro de un tiempo especifico para actuar bajo la espontaneidad, sin embargo había otra parte de contención que bajaba la excitación para entender que cada uno tenia una entrada y un lugar en el ascensor que era preciso coordinar colectivamente.
Digo que es un ejercicio bastante interesante porque me llevo a sentir otra perspectiva del trabajo en grupo, para esto las nociones de trabajo en grupo se tenían que redefinir porque acá realmente teníamos que serlo y lo fuimos en tanto compartíamos un secreto, eramos los únicos que sabíamos que estaba pasando, cual era el fin y porque lo hacíamos, incluso estando todos en el ascensor compartíamos el secreto de nuestra actuación siguiendo el curso del ascensor con naturalidad.
Respecto a lo observado me pareció igualmente interesante ver cómo, cuando el espacio del ascensor estaba empezando a ser apropiado, la gente miraba las sillas con cierta incomodidad, quizás pensando que se habían equivocada de ascensor o que algo no estaba muy bien, sin embargo cuando se transformo en una casa el recorrido también se transformo, se volvió un espacio colorido en el que la gente se miraba a los ojos, sonreía, interactuaba, aunque también había quien desconfiaba de tanta amabilidad y es normal, muchos crecimos con la clásica enseñanza de no recibir nada a extraños, menos dulces, pueden tener burundanga! así que para el contexto de nuestro país, se podría pensar que fueron realmente osado/as quienes recibieron los dulces, en especial quienes tomaron aromática!
Puedo decir que también fui una de las personas sorprendidas por el flash-mob porque cuando llego el momento de desmontar, cosa que no estaba planeada en grupo pero en mi caso sí en nuestro "subgrupo" de entrada en escena, al momento de volver a entrar al ascensor, quizás por tercer vez pero en esta ocasión para sacar la mesa, al entrara ya no había nada y fue realmente sorprendente porque de una u otra forma ya me había habituado con el espacio y lo estaba esperando con alegría, pero cuando se abrió estaba nuevamente gris y aburrido, incluso el recorrido cambio, antes nos íbamos mirando, sonriendo y observando, después bajamos en silencio, como extrañas y volviendo a mirar a la pantalla que indica el numero de piso; en ese momento fui consciente de que mi lugar dentro del ascensor de la universidad, es el mirar esa pantalla insistentemente queriendo acelerar el tiempo con los botones de abrir y cerrar puertas para salir en mi carrera.
Sin embargo lo valiosos del ejercicio no fue nuestra experiencia, sino ver las sonrisas que provocamos en las personas que casualmente tomaron el ascensor del fondo.
Esta canción relata las incertidumbres del hombre dentro de la vida moderna. Elegí esta versión porque está en español y la música resalta la letra.
Principalmente, esta canción, demuestra el tiempo. pulso a pulso se descubren maneras que tiene el personaje protagonista de pensar productivamente el tiempo. La historia nos describe a un personaje trabajador, que sostiene a su familia. En un maravilloso juego de palabras, describe los últimos momentos de su vida antes de suicidarse.
En medio de la canción encontramos acciones acompasadas en lento, pero al mismo tiempo, el mundo sigue con su velocidad(Murillo). Se toma el tiempo de inmolarse disfrutando de placeres de forma lenta, y choca con la dinámica veloz de la calle, demostrandose en la ultima frase de las estrofas: "Murió a contramano entorpeciendo el público/sábado."
Es la historia de un hombre en su afán de la vida moderna por el sostenimiento de su familia, ya hay mucha presión del mundo, situación que le lleva a tomar la desición de quitarse la vida. Chico Buarque acierta al describir la situación desde la introspección del individuo que disfruta de manera egoísta porque es tácito que es lo contrario a cómo ha llevado su vida; se puede leer en terminos de cuidado en tanto que ha preferido sacrificar el tiempo personal por el tiempo productivo, su decisión y cómo la lleva a cabo es salirse de esa iniciativa.
Se siente lo frío de la calle. Además, hay metáforas sobre el crecimiento del sistema como: "Alzo en el balcón cuatro paredes sólidas", "subió a la construcción como si fuese pájaro/como si fuese lógico/ como si fuera el máximo" es un crecimiento que finalmente oculta lo personal del individuo. El hombre descubre que lo vital no puede presionarse a ser mercantilizado, y encuentra la salida en el suicidio, por lo convulsionado del tiempo.
En esta versión particular, hay un pedazo escrito por Fito Paez en el que denuncia cómo entrar a la lógica del sistema hace un contrasentido en la labor de salvar: Se pinta como el camino para surgir, el esfuerzo y la desigualdad en el, pero no es más que intención de mantenerse el sistema mismo:
Por ese pan de comer y el suelo para dormir,
Registro para nacer, permiso para reír,
Por dejarme respirar, y por dejarme existir,
Dios le pague.
Por esa grapa de gracia que tenemos que beber,
Por ese humo desgracia que tenemos que toser,
Por los andamios de gente para subir y caer,
Dios le pague.
Por esa arpía que un día nos va a arrugar y escupir,
Y por las moscas y besos que nos vendrán a cubrir,
Y por la calma postrera que al fin nos va a redimir,
Dios le pague.
La intensidad de la canción va creciendo, como la de el sistema capitalista, pero la del individuo va mas lenta, se concentra en darse gusto, sale de la lógica del tiempo productivo para finalmente, entorpecer la dinámica de afuera, pero ha salido y ha resistido a su métrica social.
Dimensiones
del cuidado en el amor romántico. Daniel Ortiz
El
amor romántico, a diferencia de otras formas de amor más generalizadas en donde
prima la atracción sexual, es especifico de la tradición cultural de occidente
y se hace notar fuertemente desde el siglo XVIII hasta relativos tiempos
recientes. En el amor romántico los afectos y lazos, predominan sobre la
atracción sexual o un acuerdo económico como base de la unión; éste se establece
como un lazo emocional duradero con el otro basado en cualidades intrínsecas de
ese vínculo (Giddens, 1995).
Los vínculos
que forma el amor romántico, se dan en la esfera de la intimidad, y se basan en
la construcción de una vida común entre dos, una biografía compartida que se
piensa casi fuera de lo social, sentada
sobre las bases de una afección mutua. Esta
biografía compartida, implica que el ser amado sea lo que se ha llamado “otro significativo”
que tiene el papel de darle consistencia y validez al “yo” y a su visión de
mundo (Martuccelli y
De Singly, 2009: 69). Esto constituye una reparación psíquica, un ejercicio
de cuidado, que en lo cotidiano se puede ver desde la comunicación entre la
pareja: desde el relato de la jornada, las dificultades, las
dudas, que con la escucha o el consejo del “otro amado” implican un bienestar psíquico
y una seguridad para el “yo”; esta
reparación psíquica también se puede ver con la planeación de proyectos mutuos
que llenan de sentido la trayectoria biográfica, o desde el mismo ejercicio de “hacer
sentir especial al otro” desde detalles y atenciones cotidianas.
Sin duda, se
puede afirmar, que el vínculo afectivo que implica el amor romántico es de los
lazos afectivos más fuertes, hay una idealización del “ser amado” en donde éste
toma una centralidad sin parangón en la vida del “yo”. Si se ha resaltado que
el cuidado en tanto práctica incluye una preocupación, un trato personal-intimo
con el otro, y una dimensión afectiva (Arango Gaviria, Molinier,2011), podemos
afirmar que en el amor romántico se exaltan todas estas dimensiones que
implican la práctica del cuidado, que en se ven en: apoyar al ser amado sobre todo, darle
prioridad a sus necesidades materiales y emocionales, estar ahí en la desgracia
o en la enfermedad etc. Incluso en el amor romántico, se da ese ideal novelesco
de sacrificarse así mismo o parte de sí para poder salvar al otro.
Resulta interesante señalar además que la relación entre práctica de cuidado y amor
romántico, pasan por una feminización de los dos ambitos, pues tal como señala Giddens el amor
romántico ha sido una feminización e incluso una maternalización del amor. Con esto último también cabe
afirmar, que los ideales de amor
romántico han influido más en las mujeres, y aparte de las dimensiones del
cuidado que señalamos del amor romántico como aparentemente positivias, han
tenido mayores consecuencias de subordinación para las mismas. Entre estas consecuencias
esta la vinculación que se ha hecho de amor romántico y proyecto biográfico de
casamiento y maternidad, en donde esa intimidad compartida, ese espacio fuera
de lo social, termina volviéndose el espacio doméstico al cual ha sido relegada
la mujer, en cual ella termina desplegando prácticas de cuidado que les son
retribuidas marginalmente.
Bibliografía:
- Arango
Gaviria, L. G., & Molinier, P. (2011). El cuidado como ética y como
trabajo. In L. G. Arango & P. Molinier (Eds.), El trabajo y la ética del
cuidado (La Carreta., pp. 15–21). Medellín.
- Giddens,
Anthony. 1995. La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo
en las sociedades modernas
-Martuccelli,
Danilo y De Singly, Francois. 2009. Las sociologías del individuo. Santiago de
Chile: Lom
PENSAR EN OTRAS MANERAS DE CUIDAR(NOS).....
Mi ejemplo para estas últimas sesiones, lo
encuentro a partir de una propuesta escénica creada o sugerida por unos
compañeros de la universidad que invita a pensar y Describir la frustración por
la degradación de la naturaleza que termina en la ciudad, a través de algo específico
llamado como la Biodanza, que sugiere pensar en esa relación que creamos con
nuestro entorno y con los objetos y sujetos que encontramos a nuestro paso, y esto,
porque la idea apunta a que se generen espacios de encuentro en el que el otro
se hace importante en tanto configura nuestra experiencia de vida y en tanto
sugiere una relación directa en nuestra vida cotidiana, pues la puesta en
escena de estos chicos propone pensar en las formas en que a través de este
tipo de danzas nos podemos conectar a otras formas de vida no humana y también reflexionar
acerca del papel de lo humano en la trasformación de espacios y lugares.
Me parece muy interesante esta clase de
actividades y propuestas artísticas, puesto que este tipo de espacios se generan
además, a partir de proponer en primera instancia un cuidado para sí, para
otros y con otros, sugiriendo pensar en otras dimensionas la clase de cuidados
o formas de reparación que podemos generar en entornos específicos y bajo características
particulares. Para mí, es potencialmente importante esto del acto reparador que
supone cuidar y pensar en el otro desde el cuerpo, que logra transmitir y/o hablar de forma particular
acerca de nuestra relación con el mundo y de cómo esto no separa el hecho de
que mantenerme en la vida y en el mundo sugiere una constante protección y
cuidado entre sí y con otros que supera la dimensión puramente material, económica
o profesional del cuidado. Y lo propongo en este espacio porque alrededor de
este tipo de danza se han generado proyectos alrededor del cuidado y de la concientización
de la capacidad de vincularnos y comunicarnos con los espacios y las personas
de diferentes maneras.
De igual forma esta clase de ideas me llevan
a pensar a la luz de los temas tratados en la última clase y a partir del
ejercicio de intentar “cartografiar” esos lugares en los que vivimos y darnos
cuenta de todas esas cosa que hacen de nuestra experiencia algo vivo; que todos
los espacios que transitamos o de los cuales somos participes supone una acción
de transformación o de relación que nos une de múltiples maneras al espacio que
habitamos.
Entorno a lo que en la clase proponíamos, de buscar
dónde o de qué forma podemos encontrar lo vital en estos espacios en los que a
diario nos movemos y los cuales configuran nuestra experiencia de vida y
nuestra relación directa entre espacio-tiempo, pienso un poco en las categorías
a través de las cuales definimos nuestra relación con la ciudad y a este
respecto la idea de RITMOS que proponíamos en la clase y que algunos de
nuestros compañeros eligieron como la palabra que expresaría ese vínculo con lo
vital, llevándome a pensar en las formas en que el movernos en unos espacios
supone el conocimiento de ciertas formas de actuar o comportarnos tanto con los
demás seres humano como con los no humanos, generando espacios en los que el
cuerpo “danza” o “baila” de cierta forma con el entorno. Por lo que este tipo
de ejemplo serviría un poco para ilustrar un forma alternativa de reflexionar y
meditar entorno a los ritmos que llevan nuestras vidas, a lo que sugerimos como
el establecimiento de normas que perpetúan nuestro “movernos” en la ciudad y
que encuentran una forma de re-valorar las posibilidades de encontrar en
espacios como estos nuevas y renovadas formas de cuidar a partir del conocimiento
que la danza me puede proporcionar del lugar y de los otros.
Aquí les
dejo la página de la asociación más grande de Biodanza que muestra un poco cual
es la idea de este tipo de expresión artística y unos videos de algunas
experiencias de gente que ha participado en este tipo de propuestas.
Acabo de llegar a mi casa, cansada de una larga caminata que
tuve que hacer porque el transmilenio de repente se detuvo, así sin más SE
DETUVO. Yo estaba en la calle 100 donde un amigo, haciendo unas grabaciones, a
eso de las 6:12 pm tomé una ruta de transmilenio en la estación de la calle 100
que me llevara hasta la estación de Mazurén (que queda en la calle 153).
Estando en la calle 106 el bus se detuvo y se quedó así por más de una hora;
después de pasada media hora, todo el mundo comenzó a desesperarse, así que
para enterarse unos preguntaban al conductor y muchos otros utilizaban sus
aparatos electrónicos o dispositivos móviles para enterarse de lo ocurrido y
para avisar a sus familias el motivo de su retraso. Entre esas conversaciones
escuché que el trancón era por una manifestación de los bicitaxistas de la
zona, ya que al parecer piensan impedir que éstos sigan circulando.
Durante la primera hora
dentro del bus nos hacía sino mirar el reloj, ya que llevaba afán; y me
acordé de lo que dijo Daniel en clase, (yo ya no miro el reloj mejor me relajo,
pues el que el bus ande o no, no depende de mí) sin embargo todavía estaba
afanada pero en ese punto creo que me sentía aprisionada, pues el bus ni andaba
ni dejaba salir. Como a los 20minutos abrieron las puertas y salí como
despavorida por el encierro del bus, ni siquiera pensé que eran muchas cuadras
las que tendría que caminar (sólo pensaba en que tenía que poner el ejemplo
antes de las 23:59). Mientras caminaba la ciudad o al menos la parte que estaba
a mi vista, parecía estar en caos pero un caos hasta cierto punto liberador e
inusual; la gente cruzaba la autopista de repente, y de hecho caminábamos por
toda la autopista por el carril de transmilenio, a una señora a robaron en la
caminata, iban grupos de muchachos cantando arengas, en fin. En una de esas dos
señores que venían caminando me preguntaron que si sabía que era lo que pasaba
y yo les comenté lo que había oído, seguimos hablando mientras caminábamos, y
así se nos juntaron otras dos muchachas. Los señores iban para la 167 y ellas
para la 150 y 153, así que hablamos de muchas cosas mientras llegábamos a
nuestros destinos. Llegué a Mazuren y nos despedimos, a esas alturas ya
yo no podía más de mis pies pues llevaba zapatos altos, así que tome un carro
(de los se hacen en el centro comercial y cobran 1000 pesos por llevarlo hasta
la casa) junto con otras tres personas, anduvimos como cinco cuadras, y luego
había otro monumental trancón; pero a esas alturas del asunto yo ya me había
tomado en serio las palabras de Daniel. Mientras tanto el joven conductor
decía: “Es que cuando transmilenio para, la ciudad colapsa”.
Vivimos en una ciudad rápida, donde “el tiempo es oro”,
donde estamos acostumbrados a que todo “fluya” como decía Melissa; en el episodio
de hoy, pude darme cuenta de la relación que tenemos con el tiempo, y de cómo
la alteración, perdida o ganancia de éste nos afecta o moldea nuestros
comportamientos. La experiencia de parar el ritmo es una sensación
desesperante, es como si uno necesitara andar en marcha todo el tiempo, pero
más aún que esa marcha deba ser rápida, veloz e imperceptible. Pero como es tan
rápida creo que no permite disfrutar al máximo cada cosa que se hace, que da
lugar al uso de dispositivos que nos alejan cada vez más de ese otro que existe
y que no vemos en la cotidianidad vuelta rutina, con el acento de velocidad.
Hubo un momento del recorrido donde el transmilenio iba a
arrancar y todos corrimos a subirnos como pudimos, nos ayudamos entre todos y
hasta las señoras de tacones lograron subir entre risas y burlas. Ese aspecto y
también el hecho de caminar y conversar, como una forma de hacer más corta la
caminada, es algo que la rapidez del transmilenio no permite hacer, normalmente apenas si te percatas de alguien
porque necesitas pasar o necesitas una silla o porque la cedes. En cambio al
caminar uno busca alguien, al otro para sentirse más seguro (se crean lazos
afectivos instantáneos- tanto en su fundación como en su terminación-) y
también como una “forma de hacer que el tiempo transcurra más rápido mientras
se camina” (eso lo dijo una de las
muchachas). Y sin embargo a pesar de que estábamos en una actividad “lenta” en
relación con la rapidez de los vehículos, uno no deja ni de andar rápido, ni de
pensar rápido; no ve la hora de llegar a la casa, mantiene una marcha
constante, está pensando en todo el tiempo que perdió en el bus, en lo que dejó
de hacer y lo que no. Además del peligro que representa andar entre un montón
de extraños, teniendo en cuenta que cada uno porta sus objetos de valor y su
propia vida, en una ciudad como Bogotá que enseña a caminar con prontitud para
no ser alcanzado por ladrones que te arrebaten el bolso, y en el acto que te
causen alguna lesión.
Mientras caminaba pensaba en un la posibilidad de un mundo lento y lo que
decía uno de los señores que iba en el grupo, “de todos modos estas caminatas
son saludables, pero el humo de los carros que nos estamos tragando no, y menos
cuando uno va cansado de trabajar todo el día…. Lo único que quiere es llegar a
la casa”. Entonces me hizo pensar en que es un círculo vicioso; uno normalmente
no camina porque tiene que llegar al trabajo o estudio puntual (y si vive lejos
pues …) (pero se puede), y si camina
cuánta basura de los carros no respira, y después de trabajar arduamente, la
mente y el cuerpo exigen pronto descanso. Al igual que en el comentario que
alguna vez le hice una de mis
compañeras, me di cuenta de que la cuestión no es de ir más despacio o pensar estrategias
puntuales en relación con tomarse la cosa de manera serena. El problema está en
el sistema capitalista moderno ya que la forma en cómo pensamos, vivimos y
usamos el tiempo (el reloj) que es el
sistema operativo del mismo. Es todo lo opuesto a la propuesta de Blanca
Rodríguez, vemos la lentitud como una carencia u obstáculo para las actividades
de la vida diaria, y es uno de los pecados capitales de la sociedad actual.
De plano pensar en espacios y tiempos lentos, me lleva a
pensar en un mundo más sano, consciente, amoroso, detallado, minucioso,
moldeado, sentido, compartido y vivido.
Pensando la ciudad, me encuentro reflexionando sobre un pequeño y olvidado barrio al sus oriente de Bogotá
llamado El Triunfo.
Este barrio tiene varias particularidades que lo hacen
ser único tanto para sus habitantes como para quienes lo miramos desde afuera.
Primero que todo la formación y configuración de El
Triunfo nace de un sueño desarticulado o ignorado por los planeadores urbanísticos
que tenían la batuta de pensar y ordenar a Bogotá en los años 80. El ambiente en el que nació este sueño transcurrió en otro
lugar llamado Las Malvinas, otro barrio de Bogotá que en términos genéricos ha
sido identificado como “invasión” por sus características de ocupación ilegal, falta
de servicios públicos y edificación en materiales poco resistentes y
eficientes. De aquí emergió Aladino Ospina, ciudadano que deseaba mejores
condiciones de vida para él y su familia.
Trabajando por aquel sueño Aladino encontró la
posibilidad de comprar un terreno para construir un hogar, sin embargo quien
vendia ese terreno no le venderia una pequeña parcela, debía comprar una gran porción
de tierra y él solo no podría pagarla. La solución fue crear una asociación entre
varias personas provenientes de distintas locaciones de Bogotá o Colombia con
el mismo sueño, tener un hogar propio.
Así que fueron reunidos dineros y esfuerzos por
comprarle el terreno al gran hacendado y posteriormente divididos en partes
iguales y se acordó construir, sin importar las circunstancias, en ladrillo o cemento
mínimo una habitación, baño y cocina, pues aquí no se repetiría el mismo
escenario que en Las Malvinas. Sin
embargo la lucha no termina allí, lidiar con politiqueros que se inmiscuyeron
en el proyecto, legalizar los predios, la construcción del salón comunal, el
acceso a los servicios públicos y en sí el reconocimiento por el distrito de
que ellos estaban allí y allí se iban a quedar fue todo un trajín al que se
enfrentaron los primeros habitantes de este barrio.
Diego Barajas y Camilo García podrían encontrar que lo que aquí se construyó
fue una atmosfera imaginada que “tiene que ver con el concepto de
imaginación de Arjun Appadurai, … como
una herramienta que nos permite crear
vínculos sociales, redes de colaboración, o proyectar nuevos escenarios en
colectivo y alternativos partiendo de lo existente (Barajas & García, 2012:21).
Aunque cada familia luchaba por su sueño
particular, estos convergían y los llevaban
todos a organizarse y trabajar por un
mismo fin, aportando cada quien de sus saberes y experiencias previas y a la vez
aprendiendo a relacionarse con los entes gubernamentales y prestadores de
servicios.
Se trabajó por un elemento que para ellos, y muchos de
nosotros, podría encontrarse dentro de
lo vital. En este caso es un techo fuerte sobre el cual crecer con la familia.
Sin embargo, simultáneamente que se desarrolla y establece El Triunfo, a su alrededor se esta
instaurando una figura de conservación ambiental hoy conocida como el Parque
Distrital de Montaña Entrenubes.
Entonces la lucha del Triunfo no ha terminado aquí,
pues ahora aparece como un intruso en un lugar “natural” que debe “conservarse”
siguiendo los canones de conservación primermundista
en los que se piensa que para la conservación de lo natural el hombre debe desligar su accionar de la zona a conservar. Sin
embargo los habitantes del barrio previamente habían construido una relación de
afecto con el terreno hoy denominado como Entrenubes, pues desde niños algunos
hombres y mujeres solían jugar correr en el “potrero” cercano a su casa, colgar
lazos en los arboles y saltar, aunque también había quienes llegaban a la casa
sin zapatos por de perderlos dentro del barro; otros corrían para llegar temprano a la casa por miedo al atraco pues fácilmente los malhechores se escondían
entre el pastizal a esperar sus victimas.
Por tal razón, pensando
el caso de El Triunfo desde lo que nos
proponen Barajas y García en su texto de Arquitecturas
de los afectos y los imaginarios y su posible papel en la construcción de
condiciones ecológicas de la biodiversidad (2012), podemos encontrar que lo que esta ocurriendo
en este espacio de la ciudad (teniendo en
cuenta que sucede en muchas otras
partes) es que se ha ido construyendo un ecosistema en el que se han creado vínculos
entre humanos, construcciones por humanos, naturaleza e instituciones, creando
así un ambiente biodiverso y
Con respecto al concepto de biodiversidad también nos
parece muy importante indagar sobre cómo puede ayudarnos a repensar otro
concepto fundamental: el de democracia,ya que al referirse al
reconocimiento de formas plurales de vida, la biodiversidad implica
fundamentalmente formas plurales de imaginar y de construir el mundo y,
asimismo, formas plurales de gestionar el poder. (Barajas&García, 2012:7)
Entonces, nos
encontramos con un barrio que, aunque geográficamente parece estar aislado del
resto de la ciudad, pues pocas vías de acceso tiene y como vimos, rodeado por
el parque está, pero que debio aprender a congregar deseos y opiniones para organizarse y establecerse a
como esta hoy, y continuar con sus luchas y motivaciones.
Bibliografía:
Barajas, D., &
García, C. (2012b). Arquitecturas de los afectos y los imaginarios y su posible
papel en la construcción de condiciones ecológicas de biodiversidad. In B. Lleó
(Ed.), Aproximaciones a la Investigación en Arquitectura (Nobuko.). Buenos Aires.
Para este ultimo espacio de construcción de ideas, como lo ha venido sido para mi este blog, quisiera hacer una reflexión sobre nuestra clase de Antropología de los cuidados.
La presento como un espacio de cuidado porque de una u otra forma, se convirtió en un espacio de dialogo, de re-conocimiento, una reapertura a un conocimiento absolutamente naturalizado e igualmente indispensable, para mi, esta clase se transformó en una enorme ventana en tanto me ofreció una perspectiva no solo literaria y academista, más bien una perspectiva absolutamente novedosa para la acción política, a diferencia de mi "antigua" perspectiva, donde pensaba que las acciones contundentes que podían dar cambio a este malestar social significaban grandes empresas que siempre me superaron en idealismos de noches de agitadas conversaciones.
La clase (Tania, mis compañeras/os, las lecturas, los grupos de trabajo, las actividades performativas), como espacio de cuidado en tanto me brindó nuevas herramientas para Pensar y por lo tanto accionar, me enseñó que el cambio, de una sociedad metamorfoseada como una maquina consumista que fagocita todo lo lento, lo "pobre" para abrir paso a lo inhumano y lo veloz, esta en nosotros mismos.
El espacio de reconocimiento de nuestro tiempo, de nuestra velocidad, de nuestro cuerpo político como territorio, de nuestra humanidad y de nuestra necesidad por ser cuidados, me hace reflexionar en la posibilidad reparadora que hay dentro de cada uno de nosotros para con los demás. Sí decidiéramos hacer del conocimiento que recibimos y que construimos todos en clase, un lugar de dialogo dispuesto para la reproducción virulenta, el cuidado sería un escenario re-cultivado y reparador de las relaciones interpersonales que a diario nos condicionan y nos llevan a tener una actitud frente al día a día al que nos enfrentamos, muchas veces acondicionada por una agresividad fuera de nosotros que nos hace tener reacciones ó sensaciones hostiles (transmilenio, por ejemplo, la cuidad y el ritmo acelerado que codifica, a propósito de la case de hoy). Cada vez que he hablado con mi madre, con mi pareja y con mis amigas sobre este seminario y las actividades que hemos realizado, siento que he abierto una pequeña ventana donde El cuidado ha sido re-significado por ellos. Igualmente me quiero posicionar de manera más intima desde el momento en el que me doy cuenta, que ser madre esta expuesto socialmente en relación a la frustración, a la negación de la divina libertad, de la precocidad, pero sin embargo leo mi maternidad en clave del cuidado en tanto pienso en la formación de mi hijo fuera de hábitos de pensamiento patriarcales y en relación de respeto y cuidado del genero (entre otras relaciones), que seguramente responderán con el tiempo a un acto de reparación con lo femenino.
El aprendizaje de la lentitud. Pere Joan
A cuidadosa velocidad....esta clase se dicto con rapidez, a un acelerado ritmo de trabajo y constancia, en momentos un poco asfixiante y donde se reprodujo de una u otra forma la rapidez que caracteriza nuestro globalizado mundo, donde prima la inmediatez y la información viene y se va de manera fugaz, sin embargo cada reflexión a la que nos entregamos fue sustancial, fue un lugar de pensamiento y acción que fuera de irse rápido como la sociedad nos enseña que debemos ir, vino a cuidarnos para poder transgredir en nuestros propios hábitos, en nuestras más intimas relaciones, en nuestro día a día.
Por ultimo quiero hablar de nuestra clase como lugar de cuidado, porque por lo menos para mi, significo el re-conocerme con los compañeros, de compartir alimentos (Yissel siempre me comparte algo de comer y me salva un poco del hambre que por lo general llevo), compartir experiencias y sentimientos que en su momento funcionaron como lazos de solidaridad para entender que no estamos tan solos en nuestras experiencias.
Así que gracias a todas/os por compartir.
¿Cuantos de nosotros hemos salido sin desayunar alguna vez de nuestra casa porque se hizo tarde para ir al colegio, la universidad, el trabajo o a donde sea que vayamos? ¿A cuántos se nos olvida almorzar porque no tenemos tiempo debido a las muchas tareas diarias? ¿Cuántos de nosotros comemos en un bus, o peor aún, corremos con un sándwich o un pastel de pollo en la mano mientras vamos de un sitio para otro? ¿Cuantos deseamos compañía para ir a almorzar o cenar? ¿A cuántos les da pereza cocinar o calentar el almuerzo si es que existen otras personas que se toman su tiempo y su dedicación para prepararnos los alimentos? ¿Cuántos preferimos a veces, por el cansancio, el poco tiempo o la pereza, pedir una pizza o una hamburguesa – fast food- a domicilio?
Se nos ha olvidado comer. El acto de comer que propone el capitalismo, no es un acto social, se ha vuelto, en muchas ocasiones, un acto mecánico, rápido y solitario.A veces solo nos alimentamos porque es el combustible que requiere el cuerpo para funcionar, para “rendir” en la vida diaria. Comer se ha vuelto, en ocasiones, una cuestión de eficiencia; “si como tengo energía y si tengo energía puedo realizar mis actividades laborales, las cuales se van a traducir en salario para poder gastar, entre otras cosas, la misma comida que considero un “combustible”. Casi no nos detenemos a sentir la comida en el paladar, o percibir las texturas, oler los aromas, ver los colores de los alimentos que nos llevamos a la boca. Mucho menos pensamos a cerca de donde viene lo que tenemos en frente de nuestros ojos y nos vamos a comer.Una actividad vital ha dejado de ser vital para hombres y mujeres.
A propósito de la valoración ética y estética que Rodríguez realiza sobre la lentitud, recordé el movimiento mundial Slow food, el cualtiene como intención “iluminar la posibilidad de llevar una vida más plena y desacelerada, haciendo que cada individuo pueda controlar y adueñarse de su propio periplo vital”. Según la página oficial “El movimiento Slow reacciona contra esta tendencia mediante la exaltación de los valores de disfrutar y saborear la vida. El enfoque de este movimiento, por lo tanto, está en ser selectivos en la actuación y en ser plenamente conscientes de cómo invertimos nuestro tiempo. Slow Food se contrapone a la estandarización del gusto y promueve la difusión de una nueva filosofía que combina placer y conocimiento, salvaguardando las tradiciones gastronómicas regionales, con sus productos y métodos de cultivo”
No quiero entrar en muchos detalles acerca de esta postura porque tengo algunas críticas. Sin embargo resalto la idea de revertir el régimen del tiempo moderno e industrial y preocuparse por lo vital: por el disfrute de nuestras experiencias sensoriales, ello incluye por supuesto la comida. En este punto resalto que la comida posee dimensiones afectivas, relacionales, sociales, reparadoras y cuidadoras. Alguien cocina para nosotros, nosotros cocinamos para otros o para si mismos. No solemos comer con desconocidos, comemos entre amigos y familia. Comer en ese caso es un espacio afectivo, un acto que nos vincula con otros, que nos produce sensaciones y pone a jugar nuestros los sentidos. Comer lento implicaría entonces un estilo de vida, una forma diferente de comunicación con los espacios que habitamos y las personas que nos rodean. Significa que no sea ya la eficiencia y la rapidez la que rija nuestros tiempos, implica dejar de hacerle culto a la velocidad. Por el contrario involucra nuestras dimensiones más humanas.
Como ya lo he mencionado en varias entradas del blog, la labor
voluntaria que vengo realizando desde hace varios años, ocho para ser más
exacta, han marcado mi vida y me han hecho la persona que soy hoy, ya que no
solo me formaron en muchos aspectos de mi vida sino que también me encaminaron
a escoger mi carrera. Para este ejemplo quise pedirle el favor a uno de mis
amigos voluntarios que escribiera acerca de nuestra labor y de cómo ésta
también se puede considerar una labor de cuidado y como se van generando unos
sentimientos y apegos a la labor que la hacen mucho más bonita y placentera de
llevar a cabo. Para mí fue muy valioso leer las palabras de un amigo que
comparte esto conmigo y que además me hizo pensar en la labor que hacemos de
una manera distinta y que tal vez muchos de los que hacemos parte de esta, no
lo habíamos pensando nunca.
Mi nombre es David Gómez, tengo 19 años y desde hace cuatro años soy
voluntario. La labor del voluntariado me ha permitido ver la realidad de un
país al que no conocía o al que no conocía a fondo. Me ha permitido encontrarme
con personas de gran corazón que no solo nos abren las puertas de su casa sino
también las de sus vidas y nos conceden el honor de conocerlos y ver quiénes son. Muchas veces no es fácil dar con tantas vidas y con tantas
historias, que muchas veces parecen repetirse, ya que se encuentran plasmadas
del dolor y de la violencia que vivimos día a día en nuestro país. Ser
voluntario me ha permitido ser sensible, darme la oportunidad de conocer
rincones del país abandonados y desplazados por el gobierno en donde una
sonrisa nuestra reflejada en una sonrisa de una familia muestra la esperanza
que perdieron hace años.
No creo que seamos héroes y que con lo que hacemos estemos cambiando
radicalmente el mundo, pero sí estoy convencido que el simple hecho de entrar
en la vida de estas personas y cambiar algo que para nosotros es tan cotidiano
como la casa en la que vivimos, hace una gran diferencia. Como lo dice el logo
de nuestra fundación “nuestras manos construyen sueños” y a mí me gusta
construirlos ya que una casa no es el fin sino el medio para que muchas de
estas familias empiecen a cumplir sus sueños en algo tan simple y tan cotidiano
como unas paredes y un techo más digno en donde vivir.
Cuando me preguntaron acerca del cuidado de nuestra labor en un
principio no pensé que este fuera un trabajo precisamente de cuidado, ya que
nunca la construcción de una casa de placas de concreto que pesa unas cuatro
toneladas se piensa como una labor de cuidado. Pero pensando un poco más y saliéndome
de la cotidianidad que implica para mí construir una vivienda de 25m cuadrados,
pienso que nuestra labor es de mucho cuidado. Si no hacemos las mediciones del
piso correspondientes la casa quedará torcida; si ponemos una plaqueta de
manera brusca podemos tumbar un muro, si no llevamos con cuidado las medidas
internas del terreno, en el momento del cierre la casa tendrá huecos y malos
acabados. Aunque sea una labor de fuerza en muchos casos brusca, esta es una
labor de cuidado ya que debemos ser cuidadosos para que al final del día las
personas que han estado esperando por su casa muchos años se sientan felices
con el resultado final.
También tuve en cuenta que no solo la casa debe ser construida con
cuidado, también la forma como se trata a la familia y a los voluntarios. Lo
que hacemos no es una tarea imposible, pero tampoco una fácil y al final del
día hay mil y un sentimientos que rondan a cada una de las personas que
hicieron parte de la jornada y eso también hay que saberlo manejar y toca
hacerlo con tacto y con cuidado.
Para mí ha sido muy valioso todo el tiempo que he estado como
voluntario en la Fundación Catalina Muñoz; he aprendido muchas cosas que sé que
ni la universidad ni mis papás me pueden enseñar. Ha sido un recorrido con
mucha sonrisa pero también llanto y cansancio, que me han dejado cicatrices no
solo en mi cuerpo sino también en el corazón, y no solo a mi sino a todas las
personas que somos y hemos sido parte de este proyecto.
Creo firmemente que los aspectos de la vida no se desenvuelven
en la cotidianidad de forma aislada, categorizada estáticamente, independiente
de otros aspectos. Por el contrario, en una dimensión de la vida influyen
transversalmente muchas otras. Aunque el sistema económico, la especialización
del trabajo y hasta las dinámicas académicas nos hagan ver de forma
independiente las áreas de nuestra vida (como si una fuera la parte académica,
otra la familiar, otra la de creencias, etc), yo creo oportuno ver cómo la vida
funciona muchas veces como un entretejido de múltiples factores, que se
diferencian y complementan entre ellos y que hacen que la vida tenga su curso
de la forma en que lo hace.
El lector se puede estar preguntando qué tiene que ver esto
con el cuidado. Pues bien, lo que quiero visibilizar es la forma en que el
cuidado actúa de la misma manera. Donde es transversalmente conformado por
múltiples factores y donde muchas veces interactúan más de una forma de cuidado
para lograr su objetivo: Cuidar.
Es por eso que he escogido este video. Aquí, Héctor R.
Chavero, músico argentino que se hizo llamar Atahualpa Yupanqui (en quechua, el que viene de tierras lejanas
para decir algo), cuenta de dónde salió la canción que él ,tiempo después, hizo popular. Mi objetivo no es pues hablar de Atahualpa Yupanqui, sino de
lo que él cuenta y de la canción que él expone.
Es pues lo expresado por este músico una representación
doble de cuidado. Se desempeña dentro del quehacer de las cuidadoras, que en
este caso específico corresponden a mujeres de piel oscura que están en la frontera
entre Colombia y Venezuela. Tal vez dentro de unas redes de reciprocidad y
confianza, ellas cuidan a los niños de sus amigas y/o vecinas, los acompañan y
los ayudan a dormir. Como estrategia utilizan la música para hacer efectivo ese
cuidado. Con esto de presente, explícitamente las dos formas de cuidado a las
que hago referencia son: el cuidado hacia los niños y la música como forma de
cuidado.
Las dos son tanto diferentes como complementarias. En este
caso, dependen mutuamente para lograr el objetivo de cuidar. Comprenden un
querer y un saber hacer. Las dos se desempeñan involucrando afectos, que a
diferencia de lo que podemos pensar, no siempre se refieren a “afectos buenos”,
también están cargados de preocupación, hambre, necesidad. Son esos afectos que
cargan las acciones de significado y las hacen más efectivas. Es también
importante resaltar cómo estas dos formas son invisibilizadas y precarizadas,
tanto económicamente como de reconocimiento por parte de los demás. La forma en
que la sociedad en la que vivimos considera muchas veces tanto el cuidado de
estos niños como la música utilizada para ello como si no fuera indispensable,
ocultando el hecho de que esas dos cosas conforman un motor que funciona con la
esperanza de un futuro y que lo hace posible.
domingo, 22 de septiembre de 2013
“Pude conocer a Bogotá por el tren”
Este último ejemplo que les
quiero mostrar debo admitir que lo pensé y lo saqué de un momento reflexivo y personal de lo que hice este fin de semana con mi
familia (en especial con mi abuela) y con mis amigos, pero para no darle más largas… quiero traer a colación el tema del
tren de la sabana de Bogotá y de lo que hay detrás de él. Sin lugar a dudas,
desde mi perspectiva deja ver cómo esto llega a ser un asunto del cuidado.
Pues bien, quisiera contarles
resumidamente de donde surgió la idea. Todo empezó cuando el viernes al medio
día fui a almorzar a la casa de mi abuela paterna que vive al norte de la
ciudad cerca de la avenida novena, sector en donde también vive una amiga de la infancia y el
colegio y en donde me reuní con varios amigos desde la tarde. Cuando estuve en
estos lugares dos días diferentes, logré escuchar mientras compartía con ellos el sonido del
tren pasando por los rieles. Lo que quiero rescatar aquí son dos cosas, la
primera es esto que me dijo mi abuela “yo
sí que disfrutaba ver el tren pasar cuando era niña… pero bueno, ahora por lo
menos de vieja lo escucho”. La segunda,
es que cuando estuve compartiendo con
mis amigos en una tarde de risas y tragos nadie se percató del sonido del tren,
fue como un sonido más que hacia parte de, pero no era algo que llamase la atención.
Es entonces como en una reflexión momentánea algo hizo “clic” en mí y por eso
decidí buscar información al respecto.
Este vídeohttp://www.youtube.com/watch?v=OpSOnbJzsC0 permite ver la labor que hizo y hace Eduardo Rodríguez
quien lleva “en sus afectos”, el trabajo
con los trenes hace 50 años, esto lo llevó a ser el fundador y gerente de la
empresa “Turistren” quien es la
encargada de administrar y manejar el tren de la sabana de Bogotá y más aún, de
llevar consigo una historia y trabajo arduo para recuperar algo que se había perdido
en esta ciudad.
Quisiera destacar aspectos en relación
a que es una labor del cuidado la que hace el señor Eduardo, en tanto que por
medio de su gestión de comprar y reparar máquinas que iban a chatarrizar y de
su pasión por ellas, logró crear a través
de esto unas redes que hoy en día los bogotanos podemos disfrutar, basadas en
el “reparo” en la medida en que permite
que personas como mi abuela que vivieron momentos en donde existía el tren como
medio de trasporte, recordara lo que significa y significó un tren en su vida,
pero también dejándole a la Juventud y a personas que no tuvieron el momento de
vivir estas épocas, saber lo que es montarse en un tren y entender un poco como
funcionaban las cosas antes, incluso es algo que deja ver a personas
extranjeras algo de nuestra historia, el proceso de industrialización de Bogotá
y de las decisiones de un gobierno en aquellos tiempos.
Hablando de aquellos tiempos, veo
como el hecho de dejar de lado el tren como medio de trasporte gracias a lo que
fueron las carreteras y la pavimentación del momento, tiene que ver con un
nivel de marginalización, porque se relega lo que se tenía, una tradición, unos
medios materiales, unas máquinas, por ir a la marcha de la industrialización y
el progreso que demandaba la época, pero también lo veo hoy en día cuando personas como mis amigos y la gente con
la que compartía esa tarde no se dieron cuanta o no se percataron que sonaba el tren. Pienso que esta labor que
tienen las personas que trabajan allí es marginalizada ¿Quién está detrás de
ello? Podemos decir que el gerente y fundador que sin lugar a dudas lo motivo
unas pasión unos afectos que se reflejan cuando dice que su trabajo tiene que
ver con dos cosas “1) tiene que ver con
el placer y 2) hay que dar a conocer el trasporte que funcionaba en la ciudad
hace un siglo”.
Con respecto a estos dos puntos
quisiera aclarar que el primero de ellos cumple con que su labor de cuidado
devela afectos en relación con una nostalgia
de lo que para él eran y representaban las locomotoras que poco a poco se ha ido desdibujando con el
tiempo, tiene que ver con que hizo su trabajo desde lo que él llama “una tristeza y pesar de ver como se acaban
este tipo de máquinas” y tiene que ver con que gracias a ello, mueve
afectos a través de esas redes que nombraba anteriormente, ¿cómo? Creando esos
espacios en donde en un fin de semana familias, amigos, turistas y personas del
día a día comparten momentos y conocen algo más de la ciudad, pero no siendo
suficiente aún, en esta labor y a través de su gestión el tren en sus servicios
ofrece alimentación, música y diversión para sus visitantes (que claramente son
labores del cuidado). Y en cuanto al segundo punto, deja ver ese lado marginal
de una historia que arrastró una función de una máquina en relación a una
historia y a decisiones políticas que de cierto modo repercuten hoy en día al
no ser notables el tren y su historia, pero también es marginal en la actualidad,
refiriéndome a las personas que trabajan allí, a ese equipo de maquinistas, a
los que están cuidando que la máquina
este en buenas condiciones, a los que están inyectando combustible y carbón al
tren ¿Quiénes son ellos? Hay un papel de invisibilidad y podría apostar que en
conjunto no hay muy buena remuneración a su trabajo.
Esto tiene que ver con ese
cuidado por mostrar y dar a conocer usando como “excusa” si así se le quiere
llamar, lo que representa y representó el tren en una ciudad como Bogotá que
refleja esa preocupación que actúa en el día a día pero que también guarda
esperanzas en un futuro para que el tren siga existiendo por eso es que como
dicen en el vídeo se eta trabajando en personas que sigan apostándole a ello y
que sigan con la tradición. A pesar que como dice el señor Eduardo Rodríguez “el día que yo abandone esto es una frustración…
yo me mantengo bien y con salud por ir a ver el tren”.
Es si como entiendo que detrás del tren de la sabana
de Bogotá hay una labor del cuidado que recae no solo en la persona que decidió
rescatar las máquinas de ser chatarrizadas, sino en su equipo de maquinistas y
empleados que hacen posible que hoy en día sepamos que es un tren en Bogotá,
que eso que hacen hace parte de una forma de ser, pensar y sentir la
vida en relación a un quehacer, con un vivir y estar aquí, en relación a una historia y a unas decisiones políticas que
de cierto modo la enmarcan, que hay relaciones de interdependencia ya que, sin
personas que quieran montar en tren y paguen por eso tal vez el tren no existiría,
que esto se da un marco de la cotidianidad, no es algo ajeno a lo que es vivir
en Bogotá y sin lugar a dudas, es algo que tiene que ver con los afectos y motivaciones
personales. Ahora pienso que veré y
escuchare el tren de manera diferente, aunque muchos como algunos de mis amigos
ignoren su sonido, hay otros que como mi abuela me dejaron ver qué hay detrás de
ello y como dice el señor Rodríguez, de cierto modo “pude conocer a Bogotá por el tren”, yo pude conocer algo, un
pedazo de Bogotá gracias al tren y lo
que significó su sonido en un fin de semana para mí y para personas que hacen parte de mi vida.
La respiración, diría
yo, es el proceso vital por excelencia que permite la vida. La repiración como
proceso que realiza el sistema respiratorio, permite la oxigenación de todo el
organismo[1].
Al inhalar tomamos oxigeno de nuestro entorno y al exhalar liberamos el dióxido
de carbono de nuestro organismo nuevamente al entorno. Ese proceso metábólico
de respiración celular es indispensable para la vida de los organismos
aeróbicos[2],
o los organismos que pueden vivir en presencia del oxigeno. La respiración, en
otras palabras, es la que nos da le energía vital y nos mantiene en interdependencia con el medio. De acuerdo a como esté nuestra respiración, estaremos también nosotros,
y nuestra capacidad mental. Por ejemplo, cuando corremos es claro que nuestra
respiración se acelera, se vuelve más rápida, también acorde a nuestra
velocidad. Al correr incrementa la necesidad de nuestro organismo,
de nuestras células, de oxigeno; entonces al empezar a respirar más rápido
estamos oxigenando más rápido el cuerpo. Y nuestra mente al mismo tiempo, empieza a funcionar acorde a este ritmo.
Pero, ¿qué sucede
cuando no estamos corriendo y de igual manera estamos condicionados por el
régimen de la velocidad? Honoré[3]
nos recuerda hoy en día el ser humano esta condicionado no sólo por este
hábito, de la rápidez y el afán, sino que esta “embrigado” y adicto al "extásis de la velocidad”. Nosotros hoy, así no tengamos la necesidad, andamos de
afán, nos desplazamos velozmente, con el peligro, la vibración, la emoción, la
palpitación la embriagadora experiencia, que nos estimula[4].Esta velocidad hace que produzcamosadrenalina y noradrenalina y que sintamos una
cierta satisfacción. Ahora la producción de velocidad o la adicción de estas
sustancias no es sólo cuando andamos en la calle, sino también con el uso de
tecnología que nos exige también “rápidez”.
La respiración para entonces (como
también he notado que me pasa) se vuelve inconciente, “accesoria”, y uno hasta
llega a pensar ¿pero para que “observar la respiración” si tengo que llegar al
trabajo en 5 minutos? Acá notamos esa violenta escisión de la vida moderna y
capitalista de los procesos vitales y de la vida laboral, que tomamos como un
pensamiento propio. ¿Realmente la respiración y la “vida productiva” pueden ir
separados? Y bueno, después nos preguntamos porque tenemos problemas de salud,
porque, nos duele la cabeza, la espalda o porque nos tropezamos en la calle, o
porque no dormimos y no producimos “suficiente”, o simplemente porque no
podemos “ser los que eramos antes”.Pero
este “régimen de velocidad”, no sólo propicia esa “estimulación constante”,
sino además nos vende toda una serie de productos para “estar bien”, pastillas,
prácticas etc… Lo que es peor, pensemos que “no podemos estar bien
sino consumimos”, productos, prácticas y bueno lo que sea, esto como
característica nuevamente de la violencia del mundo capitalista contemporáneo
en donde nos desenvolvemos. Para este entonces la respiración, queda olvidada. Pero sólo la respiración, entendiendo también como energía vital, "prana" (desde el yoga) y vida, tiene el potencial de curar.
Recuerdo hace unos
meses que estaba en un curso de “yoga para el estrés”, y que la profesora nos estaba contando
precisamente, como esa “tensión del estrés”, es una característica de una
“parte del cerebro instintiva”, que tiene la función de protegernos de los
peligros. Peligros por ejemplo, en circunstancias donde se necesita esta
tensión y atención extra, como la cazaría y porque no, “sobrevivir en la selva
de la ciudad”. El lió, como dije arriba, es que esa “condición” se nos vuelve
un hábito y ciclo vicioso, y no sabemos que hacer para salirnos de ahí, o de
esa “sobreproducción” de sustancias excitantes en el cerebro.
Ahí es cuando no sólo
resulta necesario conectarnos con un “régimen” de la lentitud, sino recobrar,
como acto de cuidado, el dominio sobre nuestros propios procesos vitales y sus ritmos,
empezando por LA RESPIRACION. Luego que la profesora de yoga nos dijera eso (del estrés) a los
estudiantes, entramos a hacer lo que se llaman ejercicios de respiración o
“pranayamas” en yoga. Hicimos un ejercicio particular, y talvez uno de los que
más nos sirve a “los que nos estrezamos”, “La respiración abdominal” o
“respiración diafragmática”, ya que nos ayuda a recobrar la profundidad de la
respiración en los pulmones, oxigenando mejor el cuerpo, dejando la respiración
superficial (de la parte superior de los pulmones solamente) de lado.
LA RESPIRACION
ABDOMINAL[5],
es además la forma más natural y eficiente de respirar, pero la cual es
olvidada por la tensión, la mala postura, la ropa y la falta de práctica[6].
Los efectos de ésta, luego de hacerla por unos minutos son innegables. La
respiración ayuda a la relajación, lo cual nos puede ayudar en cualquier
momento de la cotidianidad, llendo en un bus, transmilenio, carro, estando en
la universidad, en la casa, antes de comer, o para dormir. Disminuye ese “estado veloz” producido
por el mismo cerebro.
MI INVITACION (así como
a mi me hicieron la invitación hace unos meses) ES, A PRACTICAR LA RESPIRACION
ABDOMINAL POR 5 MINUTOS Y VOLVERLA UN HABITO EN ESTE REGIMEN DE AFAN. Y para
eso acá dejo unos instrucciones y videos:
INSTRUCCIONES:
-Acostarse boca arriba
en una colchoneta o cobija en el piso.
-Separar ligeramente
las piernas una de la otra, y separar unos 15 centímetros los brazos del
cuerpo. (Esta posición en yoga se llama Shavasana). Si les es más cómodo poner
un cojín o almohada bajo la cabeza.
-Relajar el cuerpo en
la postura.
- Poner ahora la mano
derecho sobre la barriga y la mano izquierda sobre el pecho, sin presionar
ninguno de los dos.
-Observar la
respiración espontánea por un rato, sin cambiarla y como es el patrón natural
de ésta.
-Ahora, para practicar
la respiración abdominal, siempre respirando por la nariz: empezar a inflar el
estómago como un balón con la inhalación y “desinflar el balón” con la
exhalación. Acá deben notar como la mano derecha sube con la inhalación y baja
con la exhalación, mientras que la mano izquierda que está sobre el pecho está
prácticamente inmóvil en todo el proceso.
-No mover ni el pecho
ni los hombros con la respiración y hacer la respiración sin forzarla.
-Sentir la barriga
contrayéndose mientras que respiran lento y profundo.
-Inhalar expandiendo la
barriga o abdomen lo más que puedan (sin mover el pecho) y exhalar contrayendo
la barriga.
-Continuar por unos
minutos, dejar la práctica y observar como está el patrón de la respiración
natural.
-Dejar los brazos al
lado del cuerpo y observar el cuerpo.
-Abrir los ojos cuando
se sientan cómodos.
Esta respiración
pueden ver en Youtube, que combate la ansiedad, el stress… etc. Pongo acá dos
ejemplos de “respiración abdominal”… para que vean más o menos cómo se ve o para que lo hagan… Si
lo hacen, tengan en cuenta las indicaciones también que les dí. Lo digo porque
no encontré un video que se ajustara a las instrucciones.
La invitación no es sólo “acostarse” y respirar,
sino que durante el día recordemos nuestra respiración y
respiremos más profundamente desde el estómago y no superficialmente, volviendo así al
hábito que teníamos cuando éramos bebes.