lunes, 7 de abril de 2014

Cadenas del cuidado, alimentos y alrededores




De rojos y grandes tomates a deformes piezas de arte barroco, el camino a lo orgánico requiere toda una estética. A simple reojo son evidente las características de los alimentos que consumimos hoy, grandes, coloridos y prácticamente sin caducidad; capases de soportar más de un mes en los estantes. Los alimentos han sufrido, como muchas otras cosas en el capitalismo, una degradación. Conocer de donde vienen los productos y su producción hace parte hoy de un cuidado, no solo de que vamos a consumir ,sino también, un cuidado de filosofías de vida que, como lo intentare proponer, forman parte y configuran mundos.  
A casa llegan productos de todas partes de mundo, la importación se hace evidente en kiwis franceses y manzanas chilenas. Desde el consumo, se ve la producción extensiva de algunos países que han preferido el monocultivo, desplazando a los cultivos de pan coger, para la producción en masa y la obrerización de gentes propensas a la inanición. Por supuesto, el viaje de Francia o Chile a Colombia imprimen en el producto un costo, que ya no es un gran costo gracias a que las tecnologías apoyan la reproducción del capital, haciendo que la producción local e interna sea destruida en la quimera de “libre competencia”. Todo esto apoyado desde Estados de bajos aranceles a las importaciones y una débil política agraria.
La pérdida del valor por el costo en la comida nos ha hecho entrar en imaginerías simplistas. Ya no pensamos en la cosecha local, ni en las estaciones, ni los productos que están en cosecha y ya los cultivadores cosecha productos específicos. La pérdida de la pericia tanto de cultivadores como de consumidores ha producido una falta de conciencia la cual apoya a la producción extensiva y al poco reconocimiento del de la importancia del campo en la ciudad. The central figure of our society...is the figure of the in secure worker, who at times “works” and at times does not “work,” practices many different trades without any of them actually being a trade, has no identifiable profession, or, rather, whose profession is to have no profession, and can not there  foreidentify with his / her work, but regards The central figure of our society .(Carlsson, C., & Manning, F. 2010.924-5) el trabajo del campesino se ha reducido al monocultivo, el conocimiento de este y la producción extensiva permitida por la industria agroquímica. Lo que ha implicado esto en América Latina es el olvido de las cosechas tradicionales de ciertos productos internos, y la precaria diversificación de los cultivos, característica fundamental de nuestra agricultura. Las feministas francesas materialistas “señalaron que un mismo bien- por ejemplo un alimento cocinado- si entraba, en el mercado- adquiría inmediatamente valor de cambio, pero lo que la diferenciaba estaba en forma de producción y no en el carácter del bien de que se tratara” (Puleo, A.2011.279) de esta misma forma se invisibilización en el mercado los saberes construidos en el campo amerindio desde tiempos prehispánicos en la comercialización de estos como bienes.
La Canasta, una organización Bogotana que plantea críticas e intenta reparar algunos de los daños causado por pensar la comida como una mercancía, hace parte de nuevos impulsos para reparar nuestro mundo. Ellos pretenden ser un puente entre la cuidad y el campo, apuestan por un cambio en los sistemas de producción, comercialización y consumo de los alimentos; permitiendo conocer el origen de los alimentos, apoyando el consumo y producción local,  promoviendo cultivos sin químicos, en suelos sanos y sin semillas transgénicas. Personalmente me gusta la intención de recuperar alimentos que a causa de imaginarios clasistas y racistas se han marginalizado de las mesas urbanas tales como cubios, balú, guatila, etc. con ello pretenden volver sobre tradiciones ancestrales desde la comida, como punto de encuentro con la historia y la memoria y por supuesto una resistencia a la homogenización pretendida en el mercado. Igualmente es de agradecer el ahorro del tiempo, ya que esta canasta es entregada a domicilio; y no se tiene que preocupar por que va a compra, ya que, es la tierra y los cultivos los que deciden que se pondrá en la mesa. Esto me parece importante porque no es una limitación, como no lo quiere mostrar el mercado, sino es el volver a la complejidad del campo, a la conciencia de los límites de la tierra y a la pericia de los consumidores y cultivadores que conocen la relación climática-geográfica para la producción y consumo.  
Sin embargo no hay que perder de vista que la canasta más que “un puente” entre el campo y la ciudad es una institución que aumenta la dependencia entre estos dos espacios y sus encuentros; cultivadores la necesitan para comercializar sus productos en la cuidad y los consumidores aseguran can ella el saberes que en almacenes de cadena y otras partes son fetichizados. Por otra parte la preocupación por el reciclaje es notoria, la Canasta llegan a las casa en cajas de carton, igualmente la huevera es de cartón y los empaques de las frutas son de materiales reciclables; los cuales recomiendan devolver para ser reutilizados, reciclarlos o ser reutilizados de forma creativa. Con ello se pretende frenar la producción de plástico. Claro que en ello no se pone de presupuesto que en el plástico también encontramos otra industria que de algún  modo cuida de forma económica a otras partes de la sociedad y que al seguir la “vanguardia de lo eco” podemos perjudicar. Dos mundos se contrapelan que son igualmente cuidadosos: por un lado el de la comida con sus formas de producción, consumo y cambio y también la industria del platico que poco cuidadosa con el ambiente cuida en la interdependencia del capital a sus trabajadores.





Carlsson, C., & Manning, F. (2010). Nowtopia: Strategic Exodus? Antipode, 42(4), 924– 953. doi:10.1111/j.1467-8330.2010.00782.x


Puleo, A. (2011). Protagonistas de un nuevo mundo. In Ecofeminismo para otro mundo posible (Ediciones., pp. 267–315). Madrid, España.

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