lunes, 7 de abril de 2014

La vida en tus manos


La vida en tus manos



Viernes 4 de abril de 2014, estamos en un día cálido y parece que no va a llover, es la una de la tarde y nos encontramos con Ana María Puentes, ella tiene 18 años, es estudiante de cuarto semestre de antropología en la Universidad Nacional de Colombia y  hace parte del proyecto de la huerta. El proyecto de formar una huerta nace como “Una iniciativa de antropología desde hace un año, la gracia era como que no sé, nos preocupábamos que no se veía nada del tema del campesinado ni de la agroecología en la antropología, entonces empezamos a crear una huerta” (Puentes, Ana María, comunicación personal. 4 de abril de 2014). La huerta está ubicada en el costado occidental de la facultad de Humanidades, es pequeña y bonita.

La primera cosecha que lograron fue de frijol, maíz, cilantro, arveja y papá, en la segunda cosecha (la actual) tienen plantaciones de quinua, abas, aromáticas, frijol, caléndula y otras que aún no han nacido.

                  
El cuidado que le tienen a la huerta consiste en que cada viernes ellos se reúnen desde la una de la tarde hasta que sea necesario y realizan las labores necesarias para la manutención y bienestar de la huerta, sin embargo, están comprometidos a ir entre semana a ver cómo van las cosas, regar las plantas en los días no lluviosos y confirmar que todo esté marchando bien. Las personas que acuden a la huerta para cuidar de ella son mujeres y hombres de varias facultades, hay un compromiso en igual medida tanto por parte de los estudiantes como de las estudiantes, esto nos recuerda lo dicho por Alicia Puleo, “Defender la naturaleza, luchar por un mundo sostenible en este momento decisivo de la historia humana es una decisión libre. No es consecuencia automática de una historia femenina. No todas las mujeres asumirán en ética ecologista” (Puleo, Alicia. 2011: 268). Desde la huerta pudimos notar como la idea que se tenía de que todas las prácticas del cuidado estaban exclusivamente dirigidas a las mujeres ha variado (en algunos casos), pues en este caso el cuidado que se tiene por los cultivos existentes dentro de la huerta representa una ética ecologista asumida tanto por hombres como por mujeres.


El día de hoy realizamos una actividad para nutrir el suelo, dentro de la huerta se han enfrentado varios problemas con los nutrientes del suelo pues existe un pino al lado de la huerta el cual absorbe toda el agua del suelo cercano y tras del hecho las semillas que arroja van resecando las plantas cercanas, razón por la cual hoy nuestra actividad consistío en echar compostaje.

Nos arremangamos las blusas y nos ponemos manos a la obra, en un bulto hay pasto verde y hojas secas, nos indican que debemos coger un puñado de compostaje y picarlo con nuestras manos mientras lo vamos distribuyendo por todo el suelo de las plantas, mientras vamos haciendo el ejercicio nos ponemos a reflexionar en lo poderosas que son nuestras manos, cultivar es un trabajo manual y es ahí, en nuestras manos, donde todo el círculo de producción se une, es el punto central. Con nuestras manos vamos cuidando y esparciendo los nutrientes con los que las plantas se alimentarán, crecerán fuertes y darán frutos, esos frutos serán nuestro alimento, la energía que llena nuestro motor y le da vida y fortaleza a las manos para seguir trabajando. Nuestras manos se van ensuciando, nos vamos mezclando con la tierra y la tierra se reconoce en nosotras, las plantas que nos permiten seguir vivos con sus frutos o con ellas mismas están ahora en nuestras manos, dependiendo de nuestros cuidados. Debemos abonar en la tierra, esparcir bien los nutrientes para que todas tengan la posibilidad de sobrevivir, en nuestras manos se unen la necesidad de ellas para nosotros y la necesidad de nosotros para ellas. Después de esparcir el compostaje rociamos un líquido, es un agua especial que hace que los nutrientes que acabamos de echar se descompongan y puedan ser absorbidos por las plantas, pero este rociar es un trabajo cuidadoso, no se puede rociar la planta con el líquido pues la quemaríamos, el agua debe caer sólo en los nutrientes que hemos echado. Después de todo si no cuidas lo que haces con tus manos destruirás lo que tanto tiempo te costó construir. Apenas acabamos de rociar el biocompuesto debemos completar la cama de nutrientes con tierra abonada, la tierra debe ser puesta encima del compostaje pero hay que tener cuidado de no tapar las semillas que están naciendo pues las ahogaríamos y no las dejaríamos nacer, entonces se debe esparcir por los puntos necesarios y señalados para que las cosas salgan bien. Todo lo que se usa en la huerta es orgánico, no se recurre a absolutamente ningún químico para su cuidado, todo debe ser hecho con las manos y venir desde la tierra sin contaminarse de químicos, por eso se debe estar más pendiente de las necesidades de las plantas y alarmados con los ataques de posibles plagas, pero hasta el momento el único problema que han tenido ha sido el pino.
Al preguntarle a Ana María qué han hecho con lo que han logrado cultivar después de tanto esfuerzo, ella nos comenta que, básicamente, han sacado semillas orgánicas, el maíz que se había logrado cultivar se lo robaron y las arvejas y demás productos sobrevivientes fueron dados a los trabajadores en el paro que hicieron hace poco.


El cuidado de la huerta exige unión y búsqueda de saberes, la mayoría de integrantes de la huerta son de antropología, sin embargo, también hay personas de Derecho y Ciencia política y el que los guía y asesora es un estudiante de Agronomía. La lógica del sembrado es al azar, aunque a veces tratan de llevar coherencia con especies cercanas en un mismo espacio, no obstante, la mayoría están sembradas al azar. A las semillas que no nacen se les da dos semanas para esperar que asomen cabeza y cuando tristemente esto no ocurre entonces siembran más semillas encima.


             
Este compromiso que se da por parte de los estudiantes en la huerta nos permite observar que dentro del ejercicio se da una ‘ciudadanía ecológica’, tal como la define Alicia Puleo: “La ciudadanía ecológica se desarrolla sobretodo en el ámbito privado, enfatiza las obligaciones, concierne a los deberes no contractuales. Es no territorial y utiliza el lenguaje de la virtud” (Puleo, Alicia. 2011: 271). Esto es muy evidenciable en el ejercicio que realizamos, pues la creación de la huerta dentro de la universidad fue una propuesta realizada por estudiantes, los cuales se comprometían y se han comprometido hasta ahora, ha cuidar todos los cultivos que allí se realizaron desde el primer momento, tal como nos lo dijo Ana María, “Existe una responsabilidad muy fuerte con la huerta” (Puentes, Ana María, comunicación personal. 4 de abril de 2014), ella explicaba que esta responsabilidad y este compromiso que ellos habían asumido con la huerta iba más allá de un simple deber, pues el hecho de comprometerse con la vida que se está generando en la huerta, los hace sentir un amor especial por el trabajo que realizan cada semana.


Finalmente, una vez esparcida la tierra, descansamos. El trabajo el día de hoy nos permitió observar la importancia que tiene para estas personas trabajar como una “comunidad”, esto le da un mayor sentido a lo que ellos hacen y gracias a esta huerta se han logrado tejer fuertes lazos sociales entre las personas que acuden allí voluntariamente, estos lazos a su vez les permiten comprometerse y cuidar de la huerta con un dedicación completa, lo que ocurre allí nos recuerda lo dicho por Puig de la Bellacasa “Thinking with the feminist insight that ‘the personal is political’, personal ethico-political practices of change need to be also thought as collective.” (Puig de la Bellacasa, María. 2010:157). Con la experiencia el día de hoy, pudimos comprender que efectivamente si se pretende realizar un cambio social, ambiental, político, se debe pensarlo y realizarlo con la idea de lograrlo en colectivo.
Hoy le trabajamos tres horas a la huerta, pero la dejamos lista con una gruesa y nutriente cama vegetal para fortalecer el suelo y permitirle a la vida surgir de la tierra y reproducirse en las manos.


Daniela González y Camila Rivera
BIBLIOGRAFÍA
1.    Puig de la Bellacasa, M. (2010). Ethical doings in naturecultures. Ethics, Place & Environment, 13(2), 151–169.

2.  Puleo, A. (2011). Protagonistas de un nuevo mundo. In ecofeminismo para otro mundo posible (Ediciones., pp. 267– 315). Madrid, España
3. Puentes, Ana María. Comunicación personal.  Entrevista realizada el 4 de abril de 2014. Entrevistadoras: Camila Rivera Millán y Daniela González Ramos




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