domingo, 22 de septiembre de 2013


“Pude conocer a Bogotá por el tren”




Este último ejemplo que les quiero mostrar debo admitir que lo pensé y lo saqué de un momento reflexivo  y personal  de lo que hice este fin de semana con mi familia (en especial con mi abuela) y con mis amigos,  pero para no darle  más largas… quiero traer a colación el tema del tren de la sabana de Bogotá y de lo que hay detrás de él. Sin lugar a dudas, desde mi perspectiva deja ver cómo esto llega a ser un asunto del cuidado.

Pues bien, quisiera contarles resumidamente de donde surgió la idea. Todo empezó cuando el viernes al medio día fui a almorzar a la casa de mi abuela paterna que vive al norte de la ciudad cerca de la avenida novena, sector en donde  también vive una amiga de la infancia y el colegio y en donde me reuní con varios amigos desde la tarde. Cuando estuve en estos lugares dos días diferentes, logré escuchar  mientras compartía con ellos el sonido del tren pasando por los rieles. Lo que quiero rescatar aquí son dos cosas, la primera es esto que me dijo mi abuela “yo sí que disfrutaba ver el tren pasar cuando era niña… pero bueno, ahora por lo menos de vieja lo escucho”.   La segunda, es que  cuando estuve compartiendo con mis amigos en una tarde de risas y tragos nadie se percató del sonido del tren, fue como un sonido más que hacia parte de, pero no era algo que llamase la atención. Es entonces como en una reflexión momentánea algo hizo “clic” en mí y por eso decidí buscar información al respecto.

Este vídeohttp://www.youtube.com/watch?v=OpSOnbJzsC0   permite ver la labor que hizo y hace Eduardo Rodríguez quien lleva  “en sus afectos”, el trabajo con los trenes hace 50 años, esto lo llevó a ser el fundador y gerente de la empresa “Turistren” quien es la encargada de administrar y manejar el tren de la sabana de Bogotá y más aún, de llevar consigo una historia y trabajo arduo para recuperar algo que se había perdido en esta ciudad.

Quisiera destacar aspectos en relación a que es una labor del cuidado la que hace el señor Eduardo, en tanto que por medio de su gestión de comprar y reparar máquinas que iban a chatarrizar y de su pasión por ellas,  logró crear a través de esto unas redes que hoy en día los bogotanos podemos disfrutar, basadas en el “reparo” en la medida en que  permite que personas como mi abuela que vivieron momentos en donde existía el tren como medio de trasporte, recordara lo que significa y significó un tren en su vida, pero también dejándole a la Juventud y a personas que no tuvieron el momento de vivir estas épocas, saber lo que es montarse en un tren y entender un poco como funcionaban las cosas antes, incluso es algo que deja ver a personas extranjeras algo de nuestra historia, el proceso de industrialización de Bogotá y de las decisiones de un gobierno en aquellos tiempos.

Hablando de aquellos tiempos, veo como el hecho de dejar de lado el tren como medio de trasporte gracias a lo que fueron las carreteras y la pavimentación del momento, tiene que ver con un nivel de marginalización, porque se relega lo que se tenía, una tradición, unos medios materiales, unas máquinas, por ir a la marcha de la industrialización y el progreso que demandaba la época, pero también lo veo hoy en día  cuando personas como mis amigos y la gente con la que compartía esa tarde no se dieron cuanta o no se percataron  que sonaba el tren. Pienso que esta labor que tienen las personas que trabajan allí es marginalizada ¿Quién está detrás de ello? Podemos decir que el gerente y fundador que sin lugar a dudas lo motivo unas pasión unos afectos que se reflejan cuando dice que su trabajo tiene que ver con dos cosas “1) tiene que ver con el placer y 2) hay que dar a conocer el trasporte que funcionaba en la ciudad hace un siglo”.  

Con respecto a estos dos puntos quisiera aclarar que el primero de ellos cumple con que su labor de cuidado devela afectos en relación con una nostalgia  de lo que para él eran y representaban las locomotoras que  poco a poco se ha ido desdibujando con el tiempo, tiene que ver con que hizo su trabajo desde lo que él llama “una tristeza y pesar de ver como se acaban este tipo de máquinas” y tiene que ver con que gracias a ello, mueve afectos a través de esas redes que nombraba anteriormente, ¿cómo? Creando esos espacios en donde en un fin de semana familias, amigos, turistas y personas del día a día comparten momentos y conocen algo más de la ciudad, pero no siendo suficiente aún, en esta labor y a través de su gestión el tren en sus servicios ofrece alimentación, música y diversión para sus visitantes (que claramente son labores del cuidado). Y en cuanto al segundo punto, deja ver ese lado marginal de una historia que arrastró una función de una máquina en relación a una historia y a decisiones políticas que de cierto modo repercuten hoy en día al no ser notables el tren y su historia, pero también es marginal en la actualidad, refiriéndome a las personas que trabajan allí, a ese equipo de maquinistas, a los que están cuidando  que la máquina este en buenas condiciones, a los que están inyectando combustible y carbón al tren ¿Quiénes son ellos? Hay un papel de invisibilidad y podría apostar que en conjunto no hay muy buena remuneración a su trabajo.

Esto tiene que ver con ese cuidado por mostrar y dar a conocer usando como “excusa” si así se le quiere llamar, lo que representa y representó el tren en una ciudad como Bogotá que refleja esa preocupación que actúa en el día a día pero que también guarda esperanzas en un futuro para que el tren siga existiendo por eso es que como dicen en el vídeo se eta trabajando en personas que sigan apostándole a ello y que sigan con la tradición. A pesar que como dice el señor Eduardo Rodríguez “el día que yo abandone esto es una frustración… yo me mantengo bien y con salud por ir a ver el tren”

Es si  como entiendo que detrás del tren de la sabana de Bogotá hay una labor del cuidado que recae no solo en la persona que decidió rescatar las máquinas de ser chatarrizadas, sino en su equipo de maquinistas y empleados que hacen posible que hoy en día sepamos que es un tren en Bogotá, que eso que hacen  hace parte de una forma de ser, pensar y sentir la vida en relación a un quehacer, con un vivir y estar aquí, en relación  a una historia y a unas decisiones políticas que de cierto modo la enmarcan, que hay relaciones de interdependencia ya que, sin personas que quieran montar en tren y paguen por eso tal vez el tren no existiría, que esto se da un marco de la cotidianidad, no es algo ajeno a lo que es vivir en Bogotá y sin lugar a dudas, es algo que tiene que ver con los afectos y motivaciones personales.  Ahora pienso que veré y escuchare el tren de manera diferente, aunque muchos como algunos de mis amigos ignoren su sonido, hay otros que como mi abuela me dejaron ver qué hay detrás de ello y como dice el señor Rodríguez, de cierto modo “pude conocer a Bogotá por el tren”, yo pude conocer algo, un pedazo de Bogotá gracias al  tren y lo que significó su sonido en un fin de semana para mí y para  personas que hacen parte de mi vida.

Daniela Iglesias Ordóñez.


1 comentario:

  1. A mi particularmente, me parece muy interesante el ejemplo de Daniela, porque lleva a reflexionar entorno a las maneras en que asumimos nosotros mismo el espacio, como algo auto-contenido y duradero, olvidando las transformaciones que en el mismo se han llevado a cabo y que además configura experiencias y vivencias particulares de las personas. Me parece relevante, lo que anota Daniela acerca de las percepciones que se tiene o no de esta clase de transportes para la gente, muy ligado a esas formas en que la relación con los espacios que habitamos se crea en un proceso de larga duración y sensibilidad frente a lo que supongo como importante y propio de mi espacio, es importante ver como el ejemplo delata de manera muy cotidiana nuestro nivel de naturalización alrededor de lo que consideramos como la ciudad y lo que a ella lo compone, pues en niveles generales asumimos que vivir en la ciudad supone unos usos y manejos del entorno muy particulares que no le dan cabida a que puedan coexistir esta clase de medios en los que se demuestra los grandes procesos de regeneración y modificación que ha tenido la sabana de Bogotá.

    Además, el ejemplo me lleva a pensar en lo que consideramos como Bogotá, en sus límites y en las maneras en que el mismo crecimiento poblacional o su densidad han aumentado notoriamente en los últimos años, haciendo que lo que antes eran considerado como zonas rurales ahora sean zonas urbanas en la que entran en juego una multiplicidad de ecosistemas y de mecanismos de control del espacio que modifica nuestras percepciones y nuestros límites de creer que todo lo que está a nuestro alrededor es y fue la ciudad de Bogotá.

    Esta clase de situación, también me pone a pensar en las lecturas de esta última sesión acerca de la idea de la Biodiversidad en un sentido amplio, en donde no se restringe su relación y su significado a “cuerpos biológicos o mecánicos, sean estos humanos o no humanos……, sino también a formas de comportamiento, de sentir, de imaginar. Es decir de todo aquello que constituye la vida…”(Barajas y García; 36; 2012) y esto en torno a creer que efectivamente eso lazos de emotividad y afectivo que construimos y que mantenemos con las cosas que rodean nuestro vivir supone pensar en la Biodiversidad como una forma alternativa de pensarnos en un lugar, de asumirnos en un tiempo particular y en un espacio determinado, que insistió configura nuestra relación con otros y ahí de la importancia de lo que habla el video y de lo que dice Daniela entorno a la apreciación de su abuela, en tanto la presencia de las cosas y el cuidar eso otro importante de nuestras vidas ya no se da en un solo nivel, digamos que lo que se comenta alrededor del servicio prestado a los visitantes o aquellos que quieren conocer el tren de Bogotá, efectivamente habla de esos marcos en los que el cuidado supera la esfera de lo que comúnmente conocemos como tal y de las formas en que este puede reproducirse en espacios en los que muchas veces pasan desapercibidos.

    Respecto a lo que Daniela habla acerca de los significados que puede crear o sugerir en las personas este tipo de experiencias también deja ver la dimensión subjetiva tanto de lo que supone cuidar el medio, el espacio y a los otros, como de pensarse el espacio y eso que hablamos también acerca de lo vital en el espacio que habitamos, en el medio en donde nos transportamos a diario y que eso configura y liga nuestro vivir a objetos específicos, pues como anota Daniela acerca de las motivaciones que llevan a don Eduardo Rodríguez a continuar con este legado también propone pensar y reflexionar en aquello que hace de nuestra experiencia algo vivo y real en un mundo en donde los procesos de globalización e industrialización proponen unos flujos de vida exageradamente rápido y unas experiencias “compartidas” pero desarraigando su sentido vital y la vida que le damos a los mismo en el continuo uso manejo y aprehensión de los objetos espacios y personas en nuestras vidas.

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