miércoles, 11 de septiembre de 2013

"curar las heridas de la tierra en el proceso de curar las nuestras"

Doy titulo a esta entrada con las palabras que pronuncio la activista Wangari Maathai al recibir el premio nobel de la paz tras reforestar con un cinturon verde de arboles nativos, "de volviendo" lo opulencia y majestuosidad de su tierra usurpada y degradada por los colonos ingleses, que simplemente decidieron devastar esta tierra en Kenia para plantar eucaliptos, monocultivos de té y cafe, con el exclusivo fin del lucro al estilo capitalista (Puleo, 2011).



Imagen alusiva a Wangari Maathai


Con este inicio me gustaría hacer resonancia a las condiciones bajo las que se busca desarrollar nuestro país, empezando por la explotación de tierras y de recursos minerales o la implantación de monocultivos como la palma africana o la teca, que arrasan con la diversidad de flora y fauna, desplazan a familias y fomentan la contaminación del medio ambiente al ser generadores de grandes cantidades de carbono, como es el caso especifico de la teca, árbol del que se produce una hermosa madera con la generación de inmensos dividendos dentro de un plazo de 20 años. Sin embargo qué parte de este desarrollo busca ser incluyente y combativo con la desigualdad socioeconómica que caracteriza nuestro país? qué parte de quitar a miles de campesinos y ceder a la inversión extranjera tierras antes fértiles para la siembra de productos básicos para la buena alimentación pueden dar forma a un modelo de desarrollo social? Dentro de esta idea quiero manifestar el concepto de deuda ecológica presentado por Puleo, ya que el desarrollo que anhelan nuestros gobiernos es una que legitima la relación desigual del norte y el sur global, siendo nuestra territorio un lugar explotable para satisfacer las demandas productivas de los países mas desarrollados. 



Sin embargo con proyectos como "la terraza" se hace manifiesta una lucha y una reivindicación por los valores y el cuidado desde la reproducción de la vida, porque parte de sus motivación y de las preguntas que dieron inicio a este proyecto son aquellas que atañen a algo tan básico pero olvidado como es la buena alimentación, Karen "productora" de "La canasta" nos recuerda como el tiempo voraz y acelerado del sistema capitalista nos enseña a olvidar este tiempo para remplazarlo con las actividades "productivas" que simplemente nos alimentan de angustia, stress y preocupación por un diario vivir de dudas y consumo. Estas ideas de ciudadanía ecológica (Puleo, 2011) que hacen un llamado a repensar nuestros hábitos de consumo y de dar realidad a unas ideas posesionadas desde el capitalismo estructurante como utópicas, nos muestran que es posible, que hay lógicas fuera de la alienación tan natural que nos caracteriza, que estos espacios de cuidado privados y relegados a la mujer como lugar domestico del ama de casa, pueden ir más allá, pueden ser una realidad contagiosa que se reproduce de terraza en terraza, de casa en casa, de mamá a mamá o de papás! porque algo sumamente valioso de este espacio es que es incluyente, es pensado para que cualquier familia, sin importar su clase o condición económica pueda replicar estas ideas para apoyar una economía humanizante, que ayude a solventar ciertas necesidades pero a la vez, ideas que dan lugar al cuidado de nuestro cuerpo, nuestros genes o de la reproducción de la vida al cuidar lo que nos alimenta el cuerpo y la mente.

Hay ciertas anhelos que me produjo nuestra visita a la terraza. Primero que todo me gustaría retomar la   enseñanza que nos compartió  Valeria  respecto al modo de plantación "estratégica" para la protección natural de las plantas como sería el sembrar maíz y habas juntos para protegerse de plagas. Esta idea me parece muy interesante porque es un claro  ejemplo de cómo esa relación humano-no humano, puede ser puesta en un plano social de cuidado en tanto podemos replegar esa enseñanza que nos brinda "lo no-humano", que para ellos ("no-humanos") resulta algo absolutamente natural pero que para nosotros es tan facilmente olvidado y desvalorado como sería cuidarnos unos a otros compartiendo, dejando de la lado tantos estereotipos, los individualismos o retomar el saludo, para poder sobrevivir en un mundo bastante siniestro. 


Finalmente quiero expresar una idea facilmente debatible por lo endeble que resulta para mi misma, pero que se me presentó evidente, se trata simplemente de una reflexión personal. 
Para esto retomo la idea de las precarias a la deriva y Molinier respecto a la construcción de espacios de valoración que entretejen redes de apoyo y reivindicación, en tanto la terraza, al ser un espacio fuera del lugar académico donde abunda la jerarquización respecto al conocimiento y los egos, en tanto las aulas se convierten en un espacio de batalla simbólica por demostrar "quien sabe más", se desarrollan ciertas relaciones desiguales que se pueden sentir en la seguridad de quienes participan o no participan alzando su voz en las clases; así la terraza se me presenta como un lugar de valoración y de cuidado porque todos partimos de un lugar de desconocimiento legitimo donde no hay temor a decir no entiendio o simplemente no se (como casi todos expresamos al final de la tarde al decir que no sabemos como cultivar, como se siembra, que se puede, que no, ni siquiera qué es esa planta o qué se hace con ella). La terraza es un lugar al que nos acercamos con ingenuidad y sin egos, simplemente listos para escuchar por igual. Es una idea que me parece reparadora porque  se convierte en un lugar para compartir y aprender sin la tensión y el ritmo acelerado del conocimiento académico riguroso, para aprender de las voces sin tecnicismos confusos o de las voces de empleadas de servicio o celadores que recuerdan de manera más cercana su experiencia con el campo. 

Por eso, cierro igualmente con esta frase: "Curar las heridas de la tierra en el proceso de curar las nuestras", porque la terraza se nos presento como un espacio reparador en tanto nos acerco a una parte desconocida de nosotros mismo o por lo menos nos permitió soñar con un modelo de vida  diferente y sobre todo,  posible.





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