Diario
de Campo
"Una labor cuidadosa de lo que es cuidar lo no humano y a la vez lo humano"
Hoy 9 de septiembre de
2013 a las 1:00 de la tarde nos dimos cita con mis compañeros y profesara de
clase para aprender a cerca de un proyecto que se está llevando a cabo en la
facultad de ciencias sociales, hace aproximadamente año y medio, el cual está a
cargo de unos estudiantes de antropología que trabajan sobre el cultivo de
plantas en la terraza del edificio Manuel Briceño de esta facultad, la siembra
en espacios urbanos, en la ciudad.
Cuando llegamos a dicha
terraza nos recibieron Manuel y Valeria, quienes nos dieron una explicación de
cómo había iniciado este proyecto y nos mostraron en el espacio de la terraza,
cómo se estaba llevando a cabo su idea, cómo las plantas que habían plantado
estaban instaladas en el lugar, cómo las cuidaban y lo más importante, a través
de métodos alternativos de siembra y riego que se adaptan a este tipo de
espacios y a lo que ellos querían lograr como el hecho de usar embaces
reciclables como botellas de gaseosa, o palos de bambú; nos contaron también cómo
poco a poco han llegado a obtener recursos a partir de donaciones y regalos, ya
que este proyecto nació como una iniciativa por tener un espacio no académico en
donde los estudiantes interesados aprendieran a sembrar y a desarrollar ideas y
prácticas en relación a lo que es sembrar sin tener ningún sesgo académico, sino
más como un espacio de dispersión y aprendizaje que también tiene como propósito
la estética del lugar y de cómo el espacio brinda visualmente algo agradable a
la vista. Más que eso, pienso que a través
de la decoración del lugar y en este caso desde mi propia experiencia de pintar y decorar un embace
de gaseosa que será posteriormente una matera o el lugar donde estarán unas
semillas, deja salir a flote un sin número de emociones que dejan conexiones
entre la práctica y el ser que pinta, que no solo se queda en lo visual y “bonito”.
Es así como a través de
esta experiencia de escuchar anécdotas de los gestores de este proyecto como
que fue difícil que la universidad cediera el espacio de la terraza sin que los
fines de su uso estuvieran ligados a lo académico, o cómo que con “las uñas” estos estudiantes han sacado
el proyecto adelante porque no hay mucha financiación por parte de la
universidad y más aún, cómo cuando se presenta un proyecto que nace desde una
pasión y un gusto por una práctica éste es totalmente volteado y adaptado por
parte de la institución para que funcione bajo un marco académico y de producción
que no era el deseado. Es entonces como me surgieron algunas reflexiones que van de la
mano sobre las labores del cuidado y todo lo que implican.
Estas labores según mi
parecer son observables en los hechos concretos de la cotidianidad, Valeria y
Manuel junto a sus otros compañeros lograron a través de la siembra y riego de
semillas una labor que es “cuidadosa”
que implica dedicación, entrega, tiempo, emociones involucradas, esfuerzo físico
e incluso mental al momento de investigar métodos y formas de cómo hacer bien
su labor. Claro está, hay que destacar que es una labor del cuidado en tanto
que es una relación de preservación entre lo humano y lo no humano que nos deja
ver relaciones de dependencia entre unos y otros que de manera necesaria nos
hace crear redes para cuidar del otro, preservarlo para la sostenibilidad de la
vida humana pero también de la no humana. Esta relación es bastante importante,
ya que el cuidar una semilla que luego se convertirá en planta tiene
implicaciones no solo en lo cuidadoso
y en el cuidar de un proceso de crecimiento de la planta, sino que detrás de
ello hay un motivo más, y es el de la alimentación, la sostenibilidad y cuidado
del hambre del humano. Con esto me refiero a esas redes que se tejen bajo la
idea de cultivar de forma alternativa en la cuidad y a través de un permanente
aprendizaje de cómo se hace mejor para que los resultados de ello sean obtener
un alimento que le servirá a alguien más para alimentarse o alimentar a su
familia, como fue el caso de las lechugas, tomates, uchuvas, entre otros más,
que han obtenido estos estudiantes. Lo anterior es algo que se inscribe bajo
unas lógicas que no van de acuerdo al capital ni a sus ideas de producción a
gran escala, sino que desde allí es importante recocer estas prácticas de “agricultura
urbana” si así se le quiere llamar y según Carlsson (2010) como unas nuevas formas políticas que
están surgiendo para remodelar la interminable lucha entre el capital y la
humanidad,
que sin lugar a dudas ofrecen soluciones a crisis sociales y ecológicas de
nuestro tiempo que son con frecuencia no remuneradas (como lo es este caso) que
se hacen porque es algo que se desea,
que lo incentiva una pasión por algo, pero más aún, porque se necesita y quiere
sin tener una esperanza de recibir una retribución monetaria.
Es por eso que me
parece destacable que estos estudiantes saquen de su tiempo libre en medio de
la vida universitaria y de la vida de la ciudad, un tiempo para regar las
plantas, para hacer reuniones y tomar decisiones en cuanto al proyecto, logran
desarticular de cierto modo esas lógicas de mercado y capital que siempre están
rodeando este tipo de actividades de cultivo y producción de alimentos que
permiten desde un punto estratégico ver cómo se logran crear y tejer formas
alternativas de vivir, de satisfacer necesidades y deseos bajo un trabajo en
comunidad, un trabajo duro, de cuidado y cuidadoso y de no trabajar para
recibir dinero.
En
esta medida, quisiera traer a colación el término que usa Carlsson de “Nowtopians”
que
es un término que intenta describir la multitud de esfuerzos para
recuperar y reinventar el trabajo en contra de la lógica del capital. Nowtopia
identifica una nueva base para una experiencia compartida de clase. (Carlsson, 2010; 925). En donde ya no se
puede asumir el trabajo remunerado o asalariado para definir una práctica o
labor y tampoco puede ser la base de una política principal. Creo que aquí es donde esta lo importante,
porque justo a partir de estas nuevas lógicas es donde se crean espacios de
creatividad de cooperación que pueden parecer no “organizadas” bajo una mirada
productiva, pero sí, en la medida en que son bajo estas dinámicas en las que se
organizan para tener un desempeño y un buen funcionamiento como lo han tenido
hasta ahora y que de este mismo modo abordan problemáticas del capitalismo y de
la sociedad actual.
Cabe
destacar también las reflexiones que hace Carlsson en el sentido en que los Nowtopians
no son una solución definitiva como tampoco lo son estos chicos de la facultad,
pero si son un movimiento capaz de
transformar a partir de prácticas cotidianas, de un grupo de seres humanos que confían entre ellos
y en sus ideales, que hay espacios
dentro de la institución universitaria que no pertenezcan solo a la producción de
conocimiento y que de igual manera pueden actuar en conjunto y en diálogo con
temas como la ecología y formas alternativas de sostenibilidad alimentaria, que
dejan ver sin lugar a dudas, lazos de solidaridad, de respeto y ayuda que van
en dirección a defender un ideal que se ha vuelto para estos chicos una manera
de entender problemáticas actuales e incluso de relaciones entre ellos, cuando
tocan temas que los llevan a peleas o discusiones internas.
Por
otra parte, y ya en relación a lo que son más las labores del cuidado, quisiera
ver esta experiencia que tuve en la terraza de la facultad desde una “ética del cuidado” en la medida en que
como dice Arango y Molinier (2011) estas labores son un proyecto científico y político.
Científico en cuanto a que hay inscritas unas formas de ser con respecto a cómo
cuidar la planta, cómo se riega, que abono se le aplica entre otros, y que más
aún esta trasversalmente ligada con unas disciplinas como la ecología y la biología
que son los saberes expertos que a lo
largo de la cotidianidad estos jóvenes han aprendido. Y político, porque es una
forma de imponer un pensamiento que va en contra de todo lo que es el marco
capitalista que a su vez involucra lo que es un deber ser de una institución y su actuar ante proyectos de jóvenes que
tienen iniciativas que se salen de estos parámetros por los cuales se rigen. En
esta ética del cuidado me parece importante ver como “es una experiencia moral basada en un trabajo específico: ocuparse de
los demás” (Arango & Molinier, 2011; 16), que para mí en esta
experiencia fue muy claro verlo, porque estos estudiantes a través de un
proyecto que los mueve y en una construcción constante de ello que se ve cuando cuidan de las plantas y de todo lo que
hay detrás de esto, son capaces de pensar en el otro ¿cómo? Enseñando y
cuidando a través del conocimiento que se tiene para difundir una forma de
relacionarse con el mundo y la naturaleza que va mas allá y que dialoga con
formas de vida que se salen de parámetros capitalistas, para que estudiantes de
otros semestres y carreras tomen lo que les sirva de su experiencia para
aplicarla a la vida cotidiana y propia de cada uno de nosotros, replicando
modelos de sostenibilidad de la vida en cuanto a lo que significa la alimentación
y el hecho que venga directamente desde lo que “yo” cultivo en el patio de mi casa
o en un lugar en mi apartamento. Pero también se cuida a través de un ejemplo
que nos dan, a través de reflexiones que nos permiten entender su fin y labor,
a través de interactuar con ellos y participar de su generosidad y de hacer “bombas de semillas” o de sembrar
nuestras propias semillas en un embace reciclable y además a través de poder imprimirle este sentido estético del cual
hablaba antes, poder pensar desde los colores, las formas y textura de una
pintura la relación que tenemos con la naturaleza, con los alimentos que nos
provee y más importante aún la manera como los obtenemos y las dinámicas detrás
de ello.
Para
cerrar un poco el tema diría que esta experiencia me permitió aterrizar las labores del cuidado con más
firmeza y también con respecto a los ejemplos
que había hecho sobre la relación naturaleza- alimentación y hombre, porque
permite pensarme en relación a lo no humano como un tejido que se hace cada vez
más evidente ante dinámicas capitalistas que lo único que hacen es revertir sus
lógicas gracias a su saturación en la vida cotidiana y en la sociedad, y deja
salir a flote que solo se necesita una iniciativa, algo que apasione para que
se logre cuidar a los otros. Esta labor cuidadosa y de cuidado que hacen estos estudiantes
es inevitablemente una forma de actuar, de pensar y de sentir, frente a dinámicas
globales, pero lo que me parece más loable es la perseverancia que han tenido
para sacar adelante su proyecto y cómo a través de redes de solidaridad ajenas
a las del capital lo han logrado. Pienso que el hecho que no sea una labor
remunerada y un tanto invisible y que involucre afectos y pasiones, hace que
siga siendo una labor del cuidado que piensa en/con el otro, que se piensa
desde dinámicas internas, es decir ver como pensar en un fenómeno me hace
pensarme a mí mismo y de manera diferente y a la vez, como logra trasgredir
espacios y tal vez desarticular o desestabilizar un poco el orden social al que
ya estamos acostumbrados. Desde mi perspectiva es evidente que esto relación con
lo natural, con lo no humano es una forma de ser en donde asumimos que somos
vulnerables y que necesitamos de redes de interdependencia, devela una preocupación
constante en lo cotidiano y en un pensar en restaurar y así transformar lo que
se viene (el futuro), y por último, esto
acarrea una ocupación, alguien que cuide y que sea cuidado.
Bibliografía
Carlsson,
C., & Manning, F. (2010). Nowtopia: Strategic Exodus? Antipode, 42(4), 924–953.
doi:10.1111/j.1467-8330.2010.00782.x
Arango
Gaviria, L. G., & Molinier, P. (2011). El cuidado como ética y como
trabajo. In L. G. Arango & P. Molinier (Eds.), El trabajo y la ética del
cuidado (La Carreta., pp. 15–21). Medellín.
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