Reflexión sobre la
visita a la Terraza Verde de la PUJ
Dentro de los
estudios sociales, Carrasco (2001) propone como categoría de análisis a la reproducción
humana, pues indagar por las formas como la “sociedad resuelve sus problemas de sostenimiento de la vida humana
ofrece sin duda una nueva perspectiva sobre la organización social y permite
hacer visible toda aquella parte del proceso que tiende a estar implícito y que
habitualmente no se nombra” ya que dentro
del sistema capitalista este se invisibiliza.
Este trabajo de reproducción de la vida humana ha sido
asumido y ejercido desde el hogar, principalmente nacido de las manos
femeninas. Sin embargo, el lunes 9 de septiembre de 2013 fuimos testigos de una
iniciativa propuesta por jóvenes estudiantes de la PUJ, en la que ellos asumen
esa responsabilidad de continuar con la reproducción de la vida humana
generando espacios para suplir poco a poco una de las necesidades más
inmediatas para la reproducción que
tienen los seres vivos, la alimentación. Mas no debemos olvidar que tanto
en la reproducción de la vida humana como en la actividad de los jóvenes a
cargo de la Terraza Verde (grupo en cuestión) están en juego otros elementos
dentro de las dimensiones subjetiva y objetiva, como señala Carrasco.
Este grupo de estudiantes, que poco a poco ha ido
creciendo en número y en logros, según lo que nos contaron Valeria Cero y Miguel Ariza, comenzó a partir de la iniciativa de unos cuantos
estudiantes que deseaban aprovechar las instalaciones de la universidad y
aprender de la agricultura urbana.
A la vez que han ido consolidando sus intenciones sobre los usos de
la terraza, han fortalecido sus propósitos como grupo de trabajo. Esta consolidación
se ha dado trabajando por medio de consensos que han establecido entre ellos
mismos y con los directivos de la universidad, puesto que por estar en este
espacio deben cumplir con unos estándares. Sumemos en este proceso una serie de
relaciones y lazos que han creado con diferentes personas de la universidad
como las aseadoras, profesores y jardineros, con quienes intercambian conocimientos
y algunas veces alimentos. Estudiantes de otras facultades de la universidad, como la de estudios rurales se han sumado en este
proyecto y también han brindado y aceptado conocimientos. Por otro lado están también
las relaciones que establecen con personas de otras partes de Bogotá y áreas rurales
de Colombia, con las que intercambian saberes, semillas y experiencias que han
beneficiado el desarrollo de las actividades de la Terraza.
Algunas de sus motivaciones mas grandes como grupo era
desarrollarse como modelo para ser implementado en las casas familiares de la
ciudad, sin importar el estrato en el que se viva, con el fin de mitigar los
gastos de cada hogar que se realizan en comida. Además de cuestionar esas
distancias que se han establecido históricamente en Colombia entre lo rural y
urbano. Son pocas personas las que saben todo lo que debe ocurrir para que una
cebolla este en la nevera de la casa.
Entonces, de esta manera vemos que todo el
conocimiento que ellos recogen de todas estas fuentes humanas, sumando los que
han sido compartidos por internet, no se
queda ahí en la terraza. Su efectividad esta en ese compartir más que en la producción
de 40 lechugas semanales.
Por tal razón dentro de este proceso, los compañeros
de la clase y yo, fuimos invitados el lunes en la tarde a participar de jornada
de trabajo en la Terraza. Primero que todo los Valeria y Miguel comenzaron contextualizándonos
sobre que es la Terraza, de donde nace y hacia donde va. Luego nos presentaron
el espacio, su distribución y las plantas que allí tenían, mientras nos
contaban un poco de cómo han conseguido lo que allí había.
Luego el trabajo comenzó. Preparamos en una gran
matera la tierra mezclándola con cascarilla de arroz, después adecuamos y decoramos los recipientes y finalizamos sembrado cada uno unas semillas
para llevar a nuestros hogares. Pero la
jornada de trabajo aquí no termino. Procedimos mezclando mas tierra con agua y
semillas, formando con esto una especie de buñuelos fértiles de tierra, conocidos como “bombas de semillas”.
Estas bombas de semillas son una forma de hacer a los portadores una especie de
polinizadores, al igual que las abejas, pues cuando estén secas, nuestro deber será
repartirás por terrenos, como parques o lotes baldíos de la ciudad con el fin
de que estallen y germinen las semillas contenidas en la bomba. Específicamente
esta actividad polinizadora, y en general toda la labor de los miembros de la
terraza, la podríamos enmarcar como un
ejercicio de la ciudadanía ambiental propuesta
por Andrew Dobson (rescatado por Puleo, 2011).
La ciudadanía ambiental es un concepto que agrupa la participación
activa y la responsabilidad de los ciudadanos frente a los procesos que los
rodean, asumiendo una “desterritorialidad ecológica”, es decir, que se asumen
las actividades de los individuos como extensibles en el tiempo y en el
espacio. La bomba de semillas crecerá en un lugar que no es mi casa y tal vez
en un tiempo en el que yo no esté allí. Esta ramificación de beneficios ambientales
es una forma de cuidado. Cuidado entre humanos y no humanos, pues todos debemos
dar algo para que el uno como el otro continuemos el proceso de reproducción de
la vida.
En sí, todas las reses e interrelaciones de cuidado
que se establecen alrededor de la Terraza Verde en la azotea del edificio
Manuel Briseño de la Universidad Pontifica Javeriana, desde mi punto de vista,
hacen parte de Newtopia, pues contiene los puntos que Carlsson (2010)
ha caracterizado como elementos de la newtopia: primero que todo es una
alternativa de cotidianidad que requiere mucho trabajo, pues desde apropiarse
del espacio, conseguir las semillas, materas, tierra, lograr que germine, regar
y que de un fruto una planta, hay más que
horas y esfuerzos invertidos. En segundo lugar requiere de tecnologías y
saberes aplicados creativamente para la función diaria de la terraza. El
sistema de riego por evaporación implementado los fines de semana y vacaciones
es una tecnología que facilita la labor. En tercera instancia, están preocupados
por las problemáticas ambientales y alimenticias que acongojan a la ciudad, al país
y al mundo y trabajan con miras a su mitigación. Todos estos elementos están en
función de construir comunidad. Los compañeros que trabajan en la terraza se
forman como comunidad laborando entorno a fines han establecido y que continúan
construyendo, involucrando a más
personas y tejiendo redes de colaboración
y cuidado. La comunidad no son solo los 12 miembros de la terraza, somos todos
los que nos hemos involucrado de alguna forma con esta causa que es una alternativa para la reproducción de la vida en un sistema que poco la facilita, no obstante propuestas como esta y la Canasta ( http://la-canasta.org) logran salir y brindad alternativas de vida para la vida misma.
Bibliografia:
Carlsson, C.,
& Manning, F. (2010). Nowtopia: Strategic Exodus? Antipode, 42(4),
924–953. doi:10.1111/j.1467-8330.2010.00782.x
Puleo, A.
(2011). Protagonitas de un nuevo mundo. In Ecofeminismo para otro mundo posible
(Ediciones., pp. 267–315). Madrid, España.
Carrasco, C.
(2001). La sostenibilidad de la vida humana: ¿Un asunto de mujeres? Mientras Tanto, (82), 43–70.
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